La consolidación de un México independiente no fue nada fácil, sobre todo en las tres primeras décadas que el desorden económico, político y demográfico imperaban. Por ello México resultaba atractivo para otros países dispuestos a intervenir cuando lo consideraran oportuno, tal como fue el caso de los Franceses, que solo estaban atentos a los pretextos.
México y Francia firmaron en 1827 el convenio "Declaraciones Provisionales", que sentaron las bases para las relaciones entre ambos países. Derivado de ello, llegaron a nuestro país muchos franceses que se dedicaron al comercio, la pequeña industria, el artesanado e ingresaron en el ejército nacional.
La colonia francesa prosperó mucho en nuestro país. En 1830, Francia reconoció la Independencia y firmó acuerdos comerciales que otorgaron a la nación francesa y sus ciudadanos el tratamiento de nación más favorecida.
A los gobernantes de nuestro país le resultaba muy difícil mantener el orden en las calles, y entre los que se dieron robos a comercios de la comunidad francesa, destacando la pastelería del señor Remontel, ubicada en Tacubaya, donde algunos oficiales del presidente Santa Anna se comieron unos pasteles sin pagar la cuenta, por lo cual exigía ser indemnizado. Ese fue el motivo de que el pueblo mexicano identificara a esta guerra con Francia con el nombre de "La Guerra de los Pasteles".
El rey de Francia Luis Felipe I, a través del barón Antoine-Louis Deffaudis, ministro de su corte, le exigió a nuestro país el pago de 600 mil pesos por indemnización por daños ocasionados a ciudadanos franceses en territorio mexicano, entre ellos al señor Remontel.
El 16 de abril de 1838 una escuadra francesa bloqueó el puerto de Veracruz y declaró el cierre de todos los puertos mexicanos en el océano Atlántico, dando así inicio al conflicto bélico injusto y desigual al que el pueblo mexicano bautizó como Guerra de los Pasteles.
El bloqueo a los puertos mexicanos se mantuvo hasta el 9 de marzo de 1839. Los franceses no intentaron llegar más allá de Veracruz y el gobierno nacional no tenía recursos, barcos, ni hombres suficientes para enfrentarlos, por lo que se vio obligado a negociar.
Francia quería obligar al gobierno de México a firmar un tratado comercial más beneficioso para ellos. Al negarse nuestro país, las amenazas no cesaron y los franceses lanzaron un ultimátum, ante el cual se les respondió:
“Nada podrá tratar el Gobierno sobre el contenido de ese documento mientras las fuerzas navales de Francia no se retiren de las costas de la República”.
Ante tal respuesta, el comandante francés ordenó el bloqueo de los puertos nacionales aquel 16 de abril de 1838. Luego de varios meses, la razón de la fuerza obligaría a México a negociar y comprometerse a pagar las indemnizaciones, pero no se firmó ese infame tratado comercial.