La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) convocan a los gobiernos, organizaciones civiles y sociedad en general para que lleven a cabo acciones que terminen con el estigma que sufren las personas con trastornos mentales o comportamiento suicida, una de las principales barreras para prevenir el suicidio.
En el 2019, más de 97 mil personas murieron por suicidio en la Región de las Américas, y se estima que 20 veces ese número puede haber realizado intentos de suicidio. Por ello es importante que la sociedad modifique su actitud hacia las enfermedades mentales y el comportamiento suicida para que las personas en riesgo y sus familias tengan el valor de solicitar la ayuda sin temor a ser discriminadas.
En los últimos 45 años, la tasa mundial de suicidios ha aumentado un 60%. Cada año, alrededor de un millón de personas muere por suicidio; una tasa global de mortalidad de 16 personas de cada 100,000. Cada día hay en promedio casi 3000 personas que ponen fin a su vida, y al menos 20 personas intentan suicidarse por cada una que lo consigue.
En el mundo, el suicidio se situó en el 1.8% de la carga global de morbilidad en 1998, y que en el 2020 representa el 2.4% en los países con economías de mercado y en los antiguos países socialistas.
Los suicidios y los intentos de suicidio tienen un efecto dominó que afecta a las familias, las comunidades y las sociedades. Los factores de riesgo asociados al suicidio, como la pérdida laboral o financiera, el trauma o el abuso, los trastornos mentales, el uso de sustancias y las barreras para acceder a la atención médica, se han ampliado aún más con la COVID-19. Un año después del inicio de la pandemia, más de la mitad de las personas encuestadas en Chile, Brasil, Perú y Canadá informaron que su salud mental había empeorado.
Actualmente, el suicidio se considera como una de las 20 principales causas de muerte en el mundo y sus víctimas no tienen un rango de edad. En México, 5 personas de 100,000 mueren por esta condición.
El suicidio es en gran medida prevenible. Es una de las tres causas principales de muerte entre las personas en edad económicamente más productiva, de 14 a 44 años, y la segunda causa principal entre jóvenes y adolescentes, de 15 a 19 años.
No siempre puedes saber si alguien cercano a ti está pensando en el suicidio, pero hay algunas señales de alerta que te pueden hacer sospechar:
Habla a cerca del suicidio, o dices cosas como que "desearía no haber nacido", "quisiera estar muerto", o cosas similares.
Intenta obtener medios para hacer efectivo el suicidio.
Retraimiento extremo.
Cambios de humor.
Preocupación por la muerte.
Sentir impotencia y desesperanza ante una situación.
Abuso de alcohol y drogas.
Cambios en la rutina normal.
Hacer cosas autodestructivas e imprudentes.
Despedirse de las personas como si fuera a ser definitivo.