Algunos historiadores, aseguran que si bien en el inicio del movimiento independentista, Iturbide defendió a Valladolid de los ataques insurgentes, esto no significó que no estuviera de acuerdo con luchar para acabar con el dominio de la Corona Española, sólo que no estaba de acuerdo en la forma en que el cura Hidalgo dirigía el movimiento. Por su estilo de pelear en el campo se le llamó “El Dragón de Hierro”.
A fines de 1820, Iturbide, luchó en contra del régimen al que había servido tan fielmente e inició una nueva rebelión y fue cuando proclamó el Plan de Iguala, el 24 de febrero de 1821.
El virrey rechazó el Plan y acusó lo rebelde, pero Iturbide contó con el apoyo del ejército independiente y de la población. Con el Ejército Trigarante avanzó sobre la capital con el mayor número de adeptos. Entonces, el virrey O’Donojú celebró con Iturbide el Tratado de Córdoba el 24 de agosto poniendo fin a la guerra de independencia. Iturbide entró triunfalmente a la capital el 27 de septiembre de 1821 y en mayo de 1822 se proclamó Emperador de México con el nombre de Agustín I.
En su mandato se enfrentó a diversos grupos opositores que dificultaban su gobierno, sobre todo con el Congreso Constituyente, por lo que optó por su disolución. Por ello, Antonio López de Santa Anna y José Antonio de Echávarri, impulsaron el Plan de Casa Mata en el que se exigía, entre otras cosas, la restitución del Congreso y desconocía al gobierno de Iturbide.
El 20 de marzo de 1823, ante la presión ejercida, Iturbide abdica al trono de México y se dirige a Veracruz para embarcarse al exilio. Sin embargo regresa en mayo de 1824 apoyando el intento de reconquista de las colonias españolas.
El Congreso lo declaró traidor y enemigo del Estado, cuando desembarcó en Soto la Marina, Tamaulipas, es capturado por el General Felipe de la Garza y remitido a la capital tamaulipeca, en donde se juzga y sentencia a muerte.
Fue fusilado en Padilla, Tamaulipas el 19 de julio de 1824. Aceptó que se le vendaran los ojos ante el pelotón que lo fusiló. A Iturbide se le reconoce por su valentía durante la lucha de independencia y por ello su nombre se inscribió con letras de oro en la Cámara de Diputados, aunque tiempo después fue retirado, por iniciativa del Licenciado Antonio Díaz Soto y Gama.