Los más propios los llaman “capitalinos”; antes los conocían por “defeños”, hasta que dejó de ser Distrito Federal; intentaron ponerles “mexiqueños” pero no pegó. Entonces, ¿cómo los conoce el resto del país? Como chilangos.
Algunas teorías sugieren que esta palabra tiene un origen maya, del vocablo xilaan, que se refería a una persona con el pelo revuelto o encrespado. Otro apuntan a que viene del náhuatl chillanco, que significa “donde están los colorados”, haciendo alusión al tono de piel de la gente de la región.
En lo que todos coinciden es que nació como palabra de uso peyorativo, usándose para resaltar vicios y defectos comúnmente atribuidos a la gente de la ciudad. Sin embargo, ellos han terminado por apropiarse del término y usarlo en su lugar para reafirmar su identidad y enorgullecerse de su origen.