Toda profesión tiene sus subordinados, y aquí en México, todo oficio tiene su “chalán”, que por lo general, hace tanto de aprendiz como de ayudante a su maestro, cumpliendo desde encargos hasta trabajos de menor importancia.
La palabra tiene su origen en el francés chaland, “cliente”, por lo que en otras regiones su uso se relaciona con alguien que tiene buena habilidad para la compra y venta, generalmente de caballos. Por lo mismo, también hay regiones en que es sinónimo de “jinete” o “domador”.
De vuelta en México, la palabra es similar a la ya vista “achichincle” (aunque ésta de origen náhuatl) y al “pinche” en su acepción de ayudante, y no en la forma adjetiva adoptada en gran parte de nuestro país.