José Guadalupe Posada, uno de los más importantes grabadores mexicanos, cuya fama trascendió nuestras fronteras y quien supo captar con realismo la vida cotidiana del México porfirista y popularizó el personaje de la calavera Catrina
Elaboró grabados para numerosos periódicos como: La Patria Ilustrada, Revista de México y el Ahuizote
Nació el 2 de febrero de 1852 en la Ciudad de México, fue grabador, ilustrador y caricaturista.
José Guadalupe nació con un talento natural para el grabado pero tuvo que defender ante su familia su deseo de dedicarse a este trabajo y a los 16 años ingresó al taller profesional de Trinidad Pedroso, maestro que gozaba de una gran reputación y de él aprendió los principios, métodos y secretos del arte litográfico.
El Maestro Pedroso se dio cuenta de su gran habilidad para realizar caricaturas por lo que lo apoyó para que entrara como dibujante al mundo del periodismo y de la prensa gráfica y fue así como logró a la edad de 19 años publicar sus primeras viñetas en el periódico El Jicote.
Durante 5 años fue maestro de litografía en la Escuela Preparatoria de León, ciudad a la que se trasladó en compañía de su maestro.
Después se va a la Ciudad de México donde comenzó a elaborar grabados para numerosos periódicos: La Patria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote, Nuevo Siglo, Gil Blas, El hijo del Ahuizote.
Estos trabajos le dieron reconocimientos y empezó a ganar dinero, lo que le permitió experimentar otras modalidades gráficas como la utilización de planchas de cinc, plomo o acero en sus grabados.
Fue hasta 1890, que sus trabajos gráficos ilustraron las publicaciones, de carácter nacionalista y popular, del impresor Antonio Venegas Arroyo: historietas, liturgias de festividades, plegarias, cancioneros, leyendas, cuentos y almanaques, destacando La Gaceta Callejera y las hojas sueltas que incluían imágenes e información resumida de carácter diverso sobre “acontecimientos de sensación”.
Los expertos en su obra aseguran que su producción gráfica, es de más de veinte mil grabados, realizados en litografía o planchas de metal.
Asimismo, lo consideran como un expresionista, puesto que recrea con extraordinaria imaginación, gran sentido humorístico y profunda capacidad crítica las lacras, miserias y prejuicios de la realidad social y política de su época.
Su obra abarca múltiples temas, entre los que destacan sus famosas “calaveras” o imágenes de ultratumba; los “desastres”, accidentes, hechos sobrenaturales, crímenes y suicidios; los “ejemplos” o lecciones morales; sucesos sociales y políticos, en que sobresalen lo referente a las ejecuciones y los “corridos” revolucionarios; los milagros religiosos; y su serie denominada Don Chepito.
A Posada se le considera como un precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas. Murió en la pobreza y sus restos, que nadie reclamó, fueron sepultados en una fosa común.