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Por Sofía Lozoya
Quisiera compartirles esta experiencia que me ha motivado a seguir trabajando a la distancia. Trabajo como maestra de inglés en Torreón, Coahuila. Tengo tres grupos, 4°, 5° y 6°, de una escuela pública de turno vespertino. Me gusta mucho mi trabajo, y realmente extraño el trabajo directo con mis alumnos. Disfruto, por ejemplo, el cantar y bailar con ellos, pues sé que, a la vez, ellos disfrutan de la clase y la esperan para divertirse. Lo que ellos no saben, es que con las canciones, se integran las actividades de aprendizaje.
Como no puedo estar en contacto directo con ellos, decidí hacer videos para mantener el contacto con cierta cercanía. De este modo, percibo que, a pesar de que las temáticas las desarrollo en inglés, a la mayoría de mis alumnos les ha sido más fácil adaptarse a la nueva forma de trabajo, comprenden las actividades y las pueden desarrollar por sí mismos. Igualmente, las madres y padres de familia se integran a las actividades que les pido a los niños, como las entrevistas y los diálogos, en los que graban un audio junto con sus hijos y aprenden junto con ellos.
El proceso para elaborar los videos es muy complejo y no lo había pensado así, hasta que me enfrenté a ello. En primer lugar, me daba pena salir en videos, pero poco a poco me fui sintiendo más segura dentro de la situación. Lo primero que hago es planificar la clase, tiene que ser específica, para que el trabajo que se presenta sirva para abordar el contenido y para demostrar el uso del idioma. Así, los alumnos encuentran las actividades más significativas, al ubicarlas en un contexto.
La segunda etapa de elaboración es preparar el material didáctico que voy a utilizar. He realizado los videos desde el modo presentación y grabando directamente un video. Cuando el material es preparado desde mi computadora, puedo obtener recursos visuales desde diversas páginas de internet, pero cuando lo hago en una grabación de clase, hago ilustraciones, tiras de papel para demostrar uso del lenguaje, imágenes de tarjetas u otro material real disponible.
La siguiente etapa es la grabación del video. Esta parte también es muy complicada, porque en principio, necesitaba que el video quedara bien en su totalidad, pues no sabía cómo editar las partes que salían mal. Además, por el temor de equivocarme, cometía errores sin sentido, y en varias ocasiones, tuve que volver a empezar. Aún a pesar de haber preparado un script para dicha clase, siempre cambiaba palabras o actividades que, a veces, me cambiaban el sentido de la clase que había preparado.
Finalmente, la tercera etapa que ahora estoy experimentando es la edición del video. He aprendido a agregar cortinillas de inicio y cierre, música de fondo, emojis y gifs con algunas aplicaciones que he descubierto. Aquí, el trabajo también es muy laborioso, porque no sólo estoy haciendo la edición, sino que también estoy aprendiendo y eso lleva su debido tiempo.
Me falta mucho por aprender y experimentar, pero puedo decir, por el momento, que me gustaría saber más de la edición de video para, de este modo, llegar más allá de una simple clase con actividades para mis alumnos.
Por esto y mucho más, creo que la pandemia nos ha traído también oportunidades de aprendizaje que nos permiten crecer como personas y como profesionales.
Gracias por leer esta experiencia. Sin duda, me gustaría saber más acerca de lo que otros docentes han llevado a cabo para acercarse a sus alumnos debido a la pandemia.
Sofía Lozoya inició su carrera como maestra de inglés en el año 2000. En 2015 fue promovida como Asesora Técnico Pedagógico en el área de Lenguaje y Comunicación. Le fascina su trabajo, estudiar y prepararse para ofrecer lo mejor de sí, a mis compañeros docentes y alumnos.
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