Por: Luis Ricardo Salgado Salgado
Docente, Educación Básica nivel primaria
El tema de las emociones hoy en día está tomando cuerpo y estructura de manera efervescente en el ámbito de la educación. Es bien sabido que el alumno debe asistir a la escuela vestido, aseado y, desde luego, haber comido algo antes de iniciar sus labores académicas. Todo esto con la intención de que el alumno acuda a clases lo mejor preparado posible para poder construir su aprendizaje diario.
Ahora bien, el estado emocional juega la misma intención e importancia que los aspectos antes mencionados. Es imprescindible que el alumno se encuentre en un estado de ánimo que favorezca la adquisición de aprendizajes, al realizar una tarea, un resumen, poner atención, trabajar en equipo, individual, etcétera.
Las emociones juegan un papel preponderante en el desempeño académico del alumno. Un estado emocional sólido ayuda a que el proceso de enseñanza y aprendizaje se gestione con facilidad. Actualmente, en la nueva normalidad digital en que se encuentra el sistema educativo, es insoslayable no tomar en cuenta el estado emocional de un niño si consideramos las situaciones de algunos.
Por ejemplo, delimitando el contexto educativo sólo al estado de Morelos, existen alumnos oriundos de comunidades en las que la señal de teléfono no llega, no cuentan con servicio de internet, los servicios públicos básicos son precarios o inexistentes y no tienen acceso a las nuevas tecnologías, por ejemplo, celulares o computadoras personales donde puedan realizar o mandar tareas.
A esto se le suma que el papá o mamá trabajan y el niño está la mayor parte del día solo o que quizá tenga que cuidar a un familiar e incluso salir a trabajar. Todo esto, como lo he visto desde mi experiencia y como lo respalda información publicada en periódicos, revistas, autores de sociología y psicología, generan que el alumno desarrolle ciertas reacciones.
A estas reacciones que se gestan en el sistema límbico, hipotálamo, hipocampo y amígdala, bien se le pueden considerar como: emociones. Éstas emociones pueden ser positivas o negativas, pueden ayudar o impedir el desarrollo de un aprendizaje en el niño, puesto que, repercuten directamente en el sistema cognitivo del alumno.
Entonces, ¿qué aprendí hoy de las emociones?, la respuesta es sencilla pero compleja, más que aprender, el día de hoy comprendo y reafirmo que es necesario una práctica docente humanista, afectiva, colaborativa, empática y dúctil. Todo lo que esté en las manos del docente y sirva para mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos debemos tomarlo en cuenta y aplicarlo. No basta con mandar actividades día con día y esperar a que nos las regresen contestadas o darles una fecha límite de entrega.
Es importante conocer qué está pasando en la mente y personalidad del niño, qué hace, cómo lo hace, qué dice y, sobre todo, lo que no dice. Hay que conocerlos, entenderlos, ayudarles y facilitar este procedimiento educativo a distancia. Realicemos prácticas educativas con esperanza, empatía, solidaridad y humanismo, todo en beneficio de nuestros estudiantes.