Tú y: personas han leído este artículo.
Por: Mtro. José Peralta Guzmán
“Es el verdadero arte del maestro despertar la alegría por el trabajo y el conocimiento”.
Albert Einstein
Si bien la costumbre permanente y cotidiana había moldeado de alguna forma el trabajo del docente en el aula, la pandemia provocada por el covid- 19 puso a prueba su capacidad ante un nuevo reto y un complicado aislamiento social. Porque definitivamente la pandemia cambió al mundo, pero nunca cambió el corazón de los docentes, que mantuvieron su firmeza en toda la geografía nacional. Los docentes levantaron la mano para aglutinar sus esfuerzos en la tarea educativa más comprometida de las últimas décadas.
Surgió así un proyecto emergente con la participación colaborativa de los padres de familia y los estudiantes como centro del proceso educativo. Una tarea que tenía que poner a prueba esfuerzos y capacidades para lograr los objetivos emanados de las autoridades educativas.
Tres pilares fundamentales sostuvieron en parte esta experiencia educativa: el manejo de las habilidades socioemocionales en los estudiantes, la participación de los padres de familia y la vocación de los docentes.
Las habilidades socioemocionales (HSE) jugaron un papel muy importante en el momento más crítico, para poder enfrentar el estrés, el aislamiento y la depresión, en el logro de los objetivos de aprendizaje de los estudiantes. Quedó demostrado que gracias a las HSE los estudiantes son capaces de regular sus emociones para desarrollar relaciones positivas y tomar decisiones responsables en los procesos de aprendizaje. Respondieron a las expectativas y encaminaron a los estudiantes a la adquisición de aprendizajes significativos, mediante el desarrollo de la creatividad y el pensamiento crítico, de una forma organizada, empática y colaborativa.
La participación de los padres de familia se distinguió como una fortaleza fundamental para potenciar el desarrollo de la actividad escolar en un plano virtual. Una responsabilidad compartida con gran solidez y un importante motor motivacional en el seno del hogar. Esa cohesión que siempre se ha mantenido con la escuela rindió frutos extraordinarios en este gran reto educativo. La familia cumplió bien su tarea y los resultados salieron a la luz, demostrando que son parte importante del proceso. Su apoyo emocional sigue fortaleciendo la escuela, con profundo respeto, gratitud y apoyo institucional.
Finalmente, la vocación docente se presentó como el pilar integrador que puso a prueba su capacidad de servicio y lealtad a la educación. Jamás desvaneció en las horas de desvelos para que sus estudiantes pudieran alcanzar sus metas. Sus capacidades, habilidades y destrezas fueron instrumentos que despertaron el interés y el cumplimiento de los estudiantes. La imaginación y la creatividad desbordaron el ingenio, más allá de los límites del corazón.
Hay que destacar que, en esta contingencia sanitaria, los docentes aprendimos que podemos vencer las adversidades y que en situaciones críticas también tenemos la capacidad y la voluntad para construir en un plano humanista, promoviendo los valores que enfatiza la Nueva Escuela Mexicana.
Los docentes aprendimos que tenemos que seguir fortaleciendo la participación de la familia para consolidar el concepto de escuela de calidad. Aprendimos que nuestros estudiantes son capaces de poner en práctica sus potencialidades en la construcción de su propio conocimiento para caminar hacia una formación integral. Aprendimos que no hay barreras para compartir lecciones maravillosas, divertidas y motivacionales. Pero, sobre todo, aprendimos que podemos abrazar los sueños de nuestros alumnos, aún en la distancia y la adversidad.
¡Tarea cumplida!
José Peralta Guzmán es un docente con 42 años de servicio, apasionado con la educación y el cuidado ambiental.
¿Te gustaría ver tu texto publicado? ¡Echa ojo a la convocatoria y conviértete en un docente cronista! Da clic aquí.