El regreso a clases, aunque emocionante, es una fuente de estrés e incertidumbre, cualquier día podríamos volver a casa ante la aparición de un contagio entre la comunidad escolar y el regreso es realmente relativo, pues la mayor parte de los alumnos estarán unos cuantos días en el aula, con lo que nuestra enseñanza está más en un modelo híbrido que presencial. Ante este panorama, hacer nuestras planeaciones puede resultar realmente complicado, pues normalmente hacemos un diseño didáctico que abarca varios días o meses, pero pensar esto en un contexto tan irregular hará que los planes no tengan que cambiar a mitad del camino.
¿Qué nos podría ayudar en esta temporada de incertidumbre a tener planeaciones consistentes, funcionales y provechosas para alumnos, padres y los propios docentes?
Aquí te damos algunas ideas para que pienses bien en cómo llevar a cabo esas proyecciones, tanto curriculares como planes para actuar en caso de que la escuela cierre.
Una parte importante en estos momentos es que todos sepamos cuáles son los temas que deberíamos ver a lo largo del ciclo, no solo para ti como docente sino para los padres y los propios alumnos. En caso de que decidan no volver a la escuela por el momento o que la escuela deba cerrarse, será importante conocer de antemano las expectativas planteadas para el curso escolar, al menos en cuanto al currículo que debería seguirse.
Ante esto, la mejor idea es dividir el temario de forma que no se vea como un todo inabarcable, sino como un camino trazado con metas perfectamente posibles a un mediano plazo, lo ideal es que dividas tu temario en secciones lógicas, de acuerdo a los contenido o a los objetivos del curso y que, a la vez, esos trozos tengan en su interior una estructura consistente, que todos se parezcan, piensa en las unidades de los libros que usualmente tienen las mismas estructuras, así tus alumnos siempre sabrán cómo será el curso, qué esperar de las clases que siguen y cómo trabajar si de pronto dejan de verse.
Así como la estructura de los temas hará esperable a todos los contenidos a los que deben estar atentos los estudiantes, una rutina en cuanto al espacio y el tiempo en el que se desarrolla tu clase también ayudará mucho a que, si es necesario cambiar de espacio presencial a virtual, sea menos complicada la adaptación. De igual manera, mientras se integran las clases presenciales, procura mantener un modelo similar al que llevabas en tus sesiones virtuales ahora que estamos volviendo a clases, así los estudiantes sentirán que hay continuidad y el ambiente no será tan amenazante con cambios inesperados.
Sabemos que la rutina no puede ser la misma, pero puedes organizar por tiempos actividades similares, por ejemplo, que al iniciar sea siempre el mismo tipo de saludo, que lleves tu clase por módulos de exposición, participación, revisión de dudas, etc. Este tipo de bloques, aunque sean diferentes en la dinámica, serán esperables en el orden.
Sin importar si estás dando clases a distancia o en presencial, es importante que las herramientas que usarás en el día a día estén disponibles para todos los alumnos, ya sean lecturas, infografías, videos o el mismo temario, los formatos de tareas, la plataforma en al que entreguen actividades, por ejemplo, todas esas son herramientas que los alumnos necesitan para trabajar sin importar el modelo en el que se encuentren, claro, es posible que de forma presencial podamos proporcionarlo, pero que estos se encuentren disponibles y que los alumnos sepan en dónde encontrarlos puede ayudar mucho a que las transiciones sean menos difíciles. Recuérdales constantemente en dónde lo podrán encontrar, cómo acceder a ese espacio y cómo utilizarlo. Esto te ayudará en todo momento.
La mejor forma de que las adaptaciones en momentos de incertidumbre sean tranquilas es que todos los involucrados estén al tanto de los planes de emergencia y de los objetivos de nuestras actividades. Comunica tanto a los alumnos como a los padres todas las alternativas desde un inicio, procura repetir la información de vez en cuando y tener a la mano material que dé instrucciones precisas, por ejemplo un temario que vayas actualizando en el chat del grupo o un video en el que expliques toda la planeación que has preparado. Esto no es por dar explicaciones gratuitas, sino por prepararnos ante los cambios abruptos, así todos sabremos cuáles son los objetivos y especialmente cómo actuar si de un día para otro se requiere cerrar la escuela. Nadie se sentirá perdido.
Para planear no hay como identificar cuál es el campo en el que estamos creando ese plan. Esto implica escuchar y observar las necesidades de las personas para las que estamos planeando, es decir los estudiantes. Pongamos nuestro empeño en conectar con ellos, hablar de sus expectativas al volver a la escuela y de los temores o preocupaciones que experimentan, así como de sus ideas para mejorar la experiencia. Claro que esto debemos verlo desde el ojo del docente y de lo que sabemos que necesitan aprender, pero siempre con empatía y la participación de los alumnos. Este es el mejor momento para crear una comunidad fuerte.
¿Ya volviste a clases presenciales? ¿Cómo ha sido esta transición y que le recomendarías a quienes están por enfrentar el reto? Comparte con nosotros tus experiencias y crea comunidad.