Algunos alumnos enfrentan retos especialmente complejos durante su tránsito por la escuela. Algunas dificultades, como la disgrafia o la dispraxia, afectan a todo tipo de estudiantes, por lo que reconocerlas es importante para esos pequeños que tienen problemas en la escuela y que muchas veces transitan la vida escolar sin saber bien por qué.
¿Alguna vez has tenido un estudiante a quien escribir se le dificulte más que a sus compañeros?
La disgrafia se define como la dificultad para escribir a mano. Esto significa que un estudiante tendrá problemas para el acto físico que representa escribir, desde tomar el lápiz hasta deletrear las palabras que plasma en el papel.
La disgrafia se presenta en estudiantes que comienzan a escribir y se nota en la incomodidad para tomar el lápiz o los colores, inlcuso desde la educación prescolar, por lo que prefieren otras actividades que no incluyan el uso de crayones o lápices.
Se relaciona con dificultades en las habilidades motoras finas, por lo que podrían tener problemas para atarse los zapatos, por ejemplo. Pero en el caso de la escritura implica dificultad para dar espacio a las letras y palabras, distribuirlas en los renglones, elegir entre minúsculas y mayúsculas. Todo esto lleva a una mala ortografía y dificultad para expresarse a través del discurso escrito, pues le toma mucho tiempo concentrarse en el acto de escribir.
Un estudiante con disgrafia pronto comienza a tener problemas para mantener el ritmo en el salón de clases, especialmente si necesita tomar apuntes, resolver exámenes o hacer tareas que involucren escribir. Esto no se debe a que el alumno no esté motivado o comprometido con las actividades.
Si nos encontramos con estudiantes cuya letra es especialmente difícil de leer, de tamaño irregular y formas poco legibles deberemos prestar atención a sus procesos para identificar qué tipo de retos enfrenta.
Si notamos que nuestro estudiante toma el lápiz de forma extraña o le toma mucho tiempo completar tareas escritas son pequeñas señales para tomar en cuenta.
Problemas con la ortografía que involucren palabras escritas de forma distinta en cada ocasión, letra desproporcionada al tamaño de los renglones o las hojas, dificultad para seguir una alineación o una notoria incomodidad física al escribir podrían ser señales a tomar en cuenta.
Es importante resaltar que la disgrafia puede presentarse en compañía de otras barreras para el aprendizaje, es común que conviva con otras condiciones como la dislexia o el Trastorno de Déficit de Atención. Por lo que en ocasiones observar esas pequeñas dificultades podría ser de mucha ayuda para un estudiante que tiene diversos retos, así como una ventana para identificar otras condiciones.
En ocasiones estos estudiantes pueden parecer distraídos o poco motivados para las actividades escolares, pero esto se debe más a la incomodidad que sienten al escribir o a que tardan mucho más que el resto para completar actividades, lo cual resulta frustrante y cansado. Esto no representa mayor o menor inteligencia.
En ocasiones darle herramientas para que se sienta más cómodo al escribir hará una diferencia, probar con distintos lápices o algunos aditamentos para mejorar su postura serán más que suficiente. Permitir que se tome un poco más de tiempo para tomar apuntes o si llevamos el tiempo encima permitirle que grabe las clases podrían ser buenos recursos, así como proporcionarle material impreso con el que pueda apoyarse más tarde. Estos apoyos podrían hacer una gran diferencia, con lo cual le será más fácil mantener el ritmo durante la clase y se sentirá más cómodo. También ayudarlo a ver en sus dificultades nada más que un reto, animarlo a practicar y fortalecer su autoestima es necesario.
¿Has identificado en algún estudiante problemas similares? ¿Cómo lo has apoyado?