Ser docente es algo extraordinario, amamos estar siempre cerca de nuestros alumnos, conocerlos mejor y contagiarnos de su extraordinaria energía. Pero esto no significa que sea precisamente un trabajo fácil, tratar con tantas personas tiene sus aristas, que a veces llevan a conflictos y cada situación tiene características diferentes, ya sea una conversación necesaria para entender mejor a un estudiante que ha tenido problemas con las tareas, ya sea la cita con los padres de un alumno inquieto o incluso una junta con nuestros compañeros docentes. Todos estos son momentos tensos que no siempre resultan bien.
¿Cómo abordar situaciones complejas con otras personas? ¿Cuál es la mejor ruta para entablar un diálogo oportuno? ¿Cómo regular nuestras emociones cuando las discusiones empiezan? ¡Aquí hay algunas ideas para esos momentos difíciles!
A veces tenemos un poco de tiempo para prepararnos ante conversaciones complejas, ya sea porque hemos agendado la reunión o porque la situación permite que pospongamos alguna junta al final del día. Ante esta situación, seguramente, más que prepararnos nos agobiamos, con la ansiedad de algo que preferimos no atravesar, ya que implica abordar temas difíciles, tratar con personas que no siempre nos prestan atención o abrirnos sobre situaciones que nos han perjudicado de alguna manera.
Por ello sería importante darle una salida a nuestra ansiedad y hacer algo para sentirnos más preparados. Crea una lista de las cosas que te gustaría hacerle saber a las personas con las que hablarás, para que al momento no olvides ningún punto importante, podrías incluso practicar un poco tu discurso, para que analices tu entonación y sepas cuáles pueden ser momentos importantes o difíciles. La ansiedad por anticipación tiene el poder de bloquear nuestras habilidades de comunicación, pero hacerle caso y trabajar con ella nos ayudará a llegar mejor preparados.
No siempre podemos saber si una junta común se transformará en una conversación tensa, pero si es algo que esperamos desde el inicio, plantear algunas reglas y expectativas antes de iniciarla podría ayudarnos a obtener mejores resultados. Organiza tiempos de exposición y respuesta, como si fuera un debate, para que no se alarguen demasiado o se hablen demasiadas cosas a la vez; también puedes hacer una lista de los objetivos de esa reunión, para evitar dar rodeos con otros temas que podrían generar otros conflictos, desde el inicio pueden establecer que esta conversación es para resolver algunos puntos específicos, así como para llegar a acuerdos sobre algún tema particular. A veces tener a un tercero, que sea lo más imparcial posible nos puede ayudar a llevar mejor la conversación, le puedes pedir a tu director o a otro docente que esté presente durante esta reunión, por un lado tendrás siempre un testigo de los acuerdos que se tomaron y por otro, podría ayudarlos a apegarse a los objetivos que se acordaron previamente.
Ningún docente es un robot, y tampoco lo son los padres ni los alumnos, por lo que es relativamente normal que una conversación compleja del ámbito profesional escale a puntos emocionales y personales. Inevitablemente, nuestras emociones están presentes en todo lo que hacemos, por lo que tenerlas en mente, aprender a identificarlas y evitar negarlas nos ayudará a regularnos mejor. Esto no significa para nada que debamos dejar que sean nuestras emociones las que guíen la conversación, por el contrario, es muy importante que al hablar con otros docentes, padres y sobretodo estudiantes, lo hagamos desde la cabeza y no desde nuestras emociones, pero admitir que están ahí es la mejor forma de aprender a regular nuestros impulsos.
Si sientes que tus emociones toman las riendas de lo que dices o ves que en la otra persona ocurre algo similar, es mejor tomar una pausa o incluso reagendar la reunión. Date espacio para respirar. También es necesario que para hablar con las personas, cuando ha habido algún conflicto, demos un espacio de “enfriamiento”, no regañes a tus alumnos cuando te has enojado, por ejemplo, mejor déjalo para el final del día o para otro momento. Reconoce tus emociones y permite que pasen antes de hablar.
A veces, cuando queremos hablar con alguien, solo pensamos en lo que queremos decirle, ya sea porque estamos enojados o porque se trata de algo que se ha repetido constantemente. Sabemos que tenemos la razón y esto transforma cualquier intento de comunicación en solamente la transmisión de un mensaje. Quizá existan situaciones en las que hemos repetido una misma conversación varias veces o simplemente sepamos de antemano que la otra persona no será muy colaborativa. Sin importar esto, nuestra aproximación debe ser siempre desde el respeto, la empatía y la escucha activa, estas conversaciones están orientadas a la búsqueda de soluciones y la mejor forma de lograr soluciones es abrir los canales de comunicación.
Si nosotros escuchamos realmente a las otras personas y validamos sus sensaciones y emociones obtendremos una mejor respuesta, hacer preguntas en puntos importantes puede ser algo útil, indagar en porque las personas creen o piensan ciertas cosas puede llevar a establecer un mejor diálogo. Al final del día, las conversaciones más incómodas son quizá las más importantes.
Abordar situaciones difíciles con padres, alumnos y otros docentes puede llegar a ser desgastante y tenso, pero con algunas ideas podemos establecer dinámicas mucho más saludables. ¿Cuáles serían tus consejos para otros docentes? ¡Comparte con nosotros!