No, un metaplasmo no se come, ni tampoco se fuma, ni es parte de la estructura de las células humanas. Este peculiar fenómeno lingüístico ocurre todos los días, aunque su nombre parezca salido de Marte. Consiste básicamente en la pérdida, cambio o adhesión de los sonidos de algunas palabras. ¿Alguna vez has escuchado como algunas personas se comen el principio o el final de algunas palabras? ¿O te has preguntado por qué gran y grande ó muy y mucho se parecen tanto?
Esto tiene su explicación en un tipo determinado de metaplasmos de supresión, es decir, aquellas palabras que pierden sonidos en su uso diario.
Estos pueden ser apócope o pérdida de sonidos finales, como moto por motocicleta, bici por bicicleta, muy por mucho, ó buen por bueno. También existen la aféresis o cuando pierden el sonido al principio, como tan por están, amá por mamá, mano por hermano ó lante por delante. Finalmente, están la síncope o la pérdida de sonidos a mitad de la palabra, como sétimo por séptimo, paso por pasado ó caón por cabrón.
¿Conoces otros más? Mándanos ejemplos.