Tú y: personas han leído este artículo.
Por Jazmín Acosta
Detrás del escritorio
hay un ser multifacético,
entregado y fluctuante
al que le llaman maestro.
Detrás del escritorio
es uno con el teclado,
donde el pensamiento
no abastece horarios
y retumban sentimientos
repentinos… propios… fuertes.
Sentimientos de una realidad fehaciente,
una realidad frustrante,
una realidad doliente
al asir el lugar
de alumnos con estragos
y recursos insuficientes…
Sentimientos inquietantes
de la sangre cercana
convaleciente o enferma,
deseando tener el poder
de encapsular a toda su gente
y así, evadir un futuro sin ellos.
Detrás del escritorio,
la pantalla de la laptop
enlista un sinfín
de quehaceres docentes,
propiamente a cumplir
cuando las manecillas del reloj
lleguen a la hora exacta
de ser errante.
Detrás del escritorio,
las manos del docente
se han transformado
en tentáculos de pulpo
sujetando papeles,
el celular
y en el transcurso…
una escoba, un pichel…
una espátula.
El desayuno, comida o cena
se apresura a ser merienda,
pensando siempre
en la meta ambiciosa
de dar pasos hacia el sofá,
temprano liberar la mente,
acariciar el corazón
de quienes ama,
en lo que cae
su sandalia del pie.
El maestro, detrás del escritorio,
voltea a sus seres amados
y desea que los minutos
no pudiesen volar
o tan siquiera
tuvieran dominio
de aterrizar en su lugar.
Veo a través de la pantalla
el rostro distintivo
de su segunda morada.
Aquel que se desvanece
en el celular y computadora,
aprendiendo a distinguirse
mediante un virtual enlace.
Recuerdo sus saludos… sus bromas…
y sin decirlo, es el mismo que desde su hogar
dedica a su labor incontables horas.
Han pasado meses
sin ver su silueta tangible,
¡Cuánto extraño ver en el aula
su sonrisa y alegre semblante!
en ocasiones discernir con tino
el reflejo de su pensar deambulante.
Revolotean en mis pensamientos
los consejos que aún ocupado consagraba,
los años de dedicación y esfuerzo
para plasmar en el pizarrón su alma.
Ese maestro soy yo…
y, hoy, con calidez me recuerdo,
mientras me convierto
en un maestro virtual
ante la lucha de no perder
la esencia de mis elementos.
Jazmín Acosta, originaria de Tijuana, es maestra de aprendizaje en un USAER secundaria. Aparte de la atención a alumnado con BAP asociada a una discapacidad, ha incursionado en la creación de instrumentos de detección; en la impartición de talleres, conferencias y capacitaciones a maestros de aula regular, inspectores y maestros de educación especial, abordando temas relacionados a la detección e inclusión de alumnos con trastornos del neurodesarrollo.
¿Te gustaría ver tu texto publicado? ¡Echa ojo a la convocatoria y conviértete en un docente cronista! Da clic aquí.