Lo bueno de la equidad en el salón de clases es que adoptarla para nuestro día a día no solo beneficiará a una parte de nuestros alumnos, sino que beneficiará a todos ellos y, posiblemente, a nosotros también, pues nos daremos la oportunidad de pensar en cómo y por qué tomamos algunas decisiones, visualizamos el mundo y hacemos lo que hacemos.
Diversos estudios han mostrado que alrededor de los 5 años, los niños comienzan a tomar decisiones basadas en lo que piensan y han visto que se espera de ellos, si son hombres o mujeres. Esto ocurre de manera inconsciente y poco a poco, lo cual no afecta solamente cómo juegan o cómo visten, con el tiempo, vemos a más hombres interesados en ciencias duras y niñas que prefieren las artes, la literatura o las ciencias sociales. Algo que no está mal en sí mismo, pero esto no ocurre porque sus talentos naturales se inclinen a ese lado, sino porque sin darse cuenta, toman decisiones basadas en estereotipos sociales, algunos menos obvios que otros.
Esto es tan notorio que muchos maestros han detectado que al inicio de la educación, hombres y mujeres participan en la misma medida, sin importar el tipo de ejercicio, pero conforme crecen, las chicas dejan de participar en clases de matemáticas, física, química, educación física, etc. Mientras los hombres pierden el interés en proyectos de arte, lengua, literatura. ¿Has notado si esto ocurre en tu salón de clases? Esto no se debe a una natural inclinación de los hombres y las mujeres a ciertos temas, sino a los estereotipos que giran en torno a las materias y a los profesionistas que asociamos a ellos.
Para cambiar esto, pequeños ajustes son suficientes y podrían dar a todos nuestros alumnos muchas más posibilidades, para que tomen decisiones basadas en sus gustos personales o habilidades y no en estereotipos que los limitan.
1. Revisa tu temario y los libros de texto con una perspectiva más crítica. ¿Cuántos de esos personajes son hombres y cuántos son mujeres? Si encuentras que unos son más que otros, trata de equilibrar la balanza, busca algunas biografías y ejemplos que sirvan para equilibrar, sin importar el tema que enseñes.
2. Date un tiempo para reflexionar sobre lo que tú asumes para los niños y las niñas, si piensas que algunas actividades corresponden más a unos que a otros y si alguna vez has limitado a un estudiante por esas creencias. No se trata solo de decir lo que está bien, sino de darnos la oportunidad de pensar las razones que hay detrás de esas creencias. ¿Por qué las niñas prefieren a las princesas? ¿Por qué los hombres juegan más fútbol? ¿Crees que el mundo que los rodea les dé opciones?
3. Incluye a tus alumnos en todas las actividades e incentiva la participación de ambos sexos, sin importar de qué se trate. Posiblemente algunos puedan descubrir su gusto por las artes o por las matemáticas en alguna actividad que ellos evitarían. No se trata de obligarlos, sino de hacer a un lado las expectativas y los miedos.
4. Invita a tus alumnos a reflexionar sobre sus propios gustos y lo que creen que deben hacer. Puedes hacer actividades en las que preguntes sobre las personas a las que admiran y por qué lo hacen, o sobre sus aspiraciones para el futuro, al reflexionar sobre esos temas, podrán cuestionar los estereotipos de género y posiblemente sobre ellos mismos.
5. Permite que todos expresen sus emociones y evita frases en las que tú mismo etiquetes, decir que “los niños no deben llorar” o que “las señoritas no hacen esas cosas” invalida sus sentimientos e impide una verdadera reflexión. Ayuda a tus alumnos a expresarse y validarse y si hay alguna conducta que no se debe repetir explícales por qué es así, dales razones más allá de su género. Por ejemplo, si una niña se pelea con alguien más, no le digas que las niñas no deben pelear, sino que esa no es una forma de resolver un conflicto, dale herramientas para discutir y negociar más allá de su género.
¿Cómo incentivas tú en clase la equidad de género?