El recreo o receso es la parte favorita del día para nuestros alumnos, aunque en ocasiones para los profesores no significa tanta alegría, pues implica estar presentes en el patio durante este tiempo y ver a los alumnos volver inquietos, acalorados e incluso demasiado agitados para seguir con las clases.
La transición al volver del receso puede ser la más difícil durante el día y llega a tomarnos varios minutos calmar a la clase para lograr que se concentren nuevamente en actividades teóricas. Por otro lado, en ocasiones el receso es visto como un tiempo extra que puede restarse si existe mal comportamiento o para repasar actividades académicas en las que necesiten mayor apoyo los alumnos.
La verdad es que esta práctica no ayuda en nada a los alumnos, ni siquiera a aquellos que lo usan para repasar o tomar regularización para las materias. En realidad, algunas investigaciones sugieren que un recreo más largo es lo que podría ayudar a prevenir problemas de conducta, así como mejorar los resultados académicos.
¿Qué pasa durante los recreos?
El patio de recreo y los preciados minutos que usan los alumnos para comer su almuerzo y relacionarse entre ellos son importantes para su desarrollo social, físico e incluso académico.
Es durante esos minutos que los alumnos se relacionan con sus pares, construyen relaciones y establecen sistemas sociales complejos que en ocasiones no alcanzan a desarrollarse a plenitud debido al poco tiempo que tienen para hacerlo. Además la actividad física es necesaria para la salud del cuerpo y mental de nuestros estudiantes, hacer ejercicio es esencial, pues estimula el desarrollo del cerebro e incluso es importante para la concentración y la memoria.
Los tradicionales 20 o 30 minutos de receso quizá no sean suficientes para el día a día de nuestros alumnos. Este lapso no es suficiente para que en el patio de recreo se establezcan los roles de juego y se planteen las reglas que regirán en ese momento la dinámica, por el contrario, deja a los niños en medio de una actividad física interrumpida que nos les ayuda a concentrarse al volver a los salones, razón por la que es más difícil asentar nuevamente el ambiente tranquilo o el silencio en las aulas tras los recreos.
Algunos expertos sugieren que el tiempo ideal de receso es de una hora, tiempo en el que podrán establecer relaciones más complejas, juegos en los que pueden practicar sus habilidades sociales y emocionales, practicar actividades físicas que les ayuden a estimular mente y cuerpo y tras lo cual volverán a los salones, sí con más energía, pero más concentrados.
Esa práctica común de dejar a los estudiantes que se han portado mal sin recreo o reducir los minutos de descanso es quizá la que menos beneficios trae, tanto a la disciplina de la escuela como al aprendizaje. Es importante que los estudiantes tengan la oportunidad de moverse y cambiar de ambiente, para relajarse, socializar y estar más atentos al interior del salón de clases. La creatividad, tan necesaria para que los estudiantes puedan resolver tareas diarias y en el futuro problemas de todo tipo, se desarrolla también a través de las actividades que se dan durante los recreos.
A pesar de todo ello, aún existe una visión sobre el receso como si se tratara de un privilegio, cuando es una necesidad académica más.
¿Cuánto tiempo tienen tus alumnos de receso? ¿Crees que aumentar el tiempo podría ser de utilidad para la clase?