Para un profe, hay muchos retos en el salón de clases, pero uno de los más complicados puede ser la conducta dentro del aula, algo que si no se resuelve hará difícil cumplir cualquier objetivo, pero con algunos ajustes puedes mejorar el ambiente y avanzar a una mejor educación. ¡Aquí hay algunas ideas!
Hacer a tus alumnos partícipes del reglamento que deberán seguir todos hará que estén más conscientes de las reglas y de la razón por la que es importante cumplirlas. Tú debes guiarlos, pero es importante que ellos propongan, escuchen y analicen los lineamientos. Además crear con ellos el reglamento del salón les hará ver que te preocupas por ellos, que no se trata solo de una autoridad impuesta y que forman parte de un grupo.
Al momento de pensar en buena o mala conducta dentro del aula, los recursos que utilizamos suelen ser castigos, regaños, límites y consecuencias, hablar con los padres y retirar beneficios. Pero algo que también funciona es hacer llamadas de atención cuando hay una conducta que nos gustaría ver más en ellos. Date el tiempo de hablar con los papás sobre las cosas positivas que han hecho tus alumnos (puedes empezar por cosas pequeñas), dales notas, felicitalos por su esfuerzo, hazles sentir que la buena conducta tiene más beneficios que la mala.
Esto es importante porque los estudiantes pueden notar fácilmente si un adulto repite lo mismo que quiere evitar, eso inconscientemente les dará permiso de llevar a cabo esas acciones, aunque haya castigos de por medio. Así que es muy importante que nosotros, como adultos, nos observemos continuamente y evitemos hacerlo. No interrumpir a tus estudiantes, nunca sacar el teléfono, evitar alzar la voz, etc. son conductas que podemos ejemplificar para ellos y mejorar la convivencia en el salón de clases.
Cuando tengas un estudiante que ha cometido una falta no lo acuses de inmediato, frases como “¿por qué hiciste esto, Fulanito?” dan a entender desde el principio que sabemos que él es culpable y que eso no cambiará, preguntar en cambio a un estudiante simplemente “¿qué ocurrió, Fulanito?” Da pie a que él mismo nos cuente su versión de los hechos, así podemos guiarlo y ayudarle a reflexionar sobre sus actos, pregúntale siempre cómo cree que su conducta hizo sentir a los otros o cómo cree que afectó a sus compañeros, no solamente se trata de acusar o castigar.
Sin importar la falta, es muy importante que siempre consideremos los sentimientos de nuestro alumno, por lo que regañar a un estudiante frente a sus compañeros o en el patio de la escuela nunca es una buena idea, esto lo hará sentir humillado y enojado. Cuida tu propio temperamento, es verdad que a veces los alumnos sobrepasan nuestra paciencia o cualquier límite, pero es muy importante que trates con ellos con la cabeza fría y evites regaños que se salgan de control. La discreción la agradecerán y tú mismo te sentirás capaz de enfrentar mejor los problemas.
No se trata de integrarte a la vida privada de cada uno de tus alumnos, pero sí de construir un vínculo con tu clase, de esa forma tus estudiantes sabrán que te importan e instintivamente mejorarán o moderarán su conducta, además tendrán más claro qué esperas tú de ellos y que deben esperar de ti, escúchalos, dales la oportunidad de compartir sus emociones, las cosas que les entusiasman, las razones detrás de sus decisiones y su punto de vista.
Con estos pequeños ajustes, la conducta de tus alumnos en el salón de clases seguramente mejorará por si misma y dará oportunidad a que las condiciones en el aula mejoren. ¿Cómo te aproximas tú a estos problemas? ¡Compare con nosotros!