Aun que usar una regla y conocer sobre centímetros y litros sea lo más usual y natural en estos tiempos, hace algunos siglos estas convenciones aún eran empíricas y no había un sistema que definiera de forma uniforme el tamaño de las cosas, por ello, los artesanos que se dedicaban a fabricar cubas o recipientes para agua o licor, debían poner un poco de esfuerzo y experiencia para que todas ellas salieran más o menos del mismo tamaño.
Esto era un conocimiento totalmente empírico y claro, los buenos cuberos eran los que calculaban mejor un tamaño y lo repetían apropiadamente.
Con el tiempo esto ya no fue tan necesario, porque comenzaron a existir las reglas, los flexómetros, las medidas de capacidad, etc.