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El año está llegando a su final, y aunque sabemos que las cosas no serán mucho más fáciles el próximo año, por lo menos se aproxima una pausa y una oportunidad de repensar lo que hemos vivido a lo largo de este año tan extraño. Sin duda hemos tenido que trabajar de forma muy distinta y hemos tenido que adaptarnos como nunca lo habíamos hecho, lo cual es mucho decir para personas que suelen adaptarse a nuevos grupos cada año y que están en constante aprendizaje. Es que este año fue sin duda uno muy importante, tanto para nosotros como docentes, como para la educación, pues sabemos que, incluso al volver al aula, ya nada será igual.
Estas son algunas de las lecciones que aprendimos este año. ¿Cuáles añadirías tú?
Una de las partes más difíciles de todo esto fue aprender que estar en casa también podía ser un plan de acción para cooperar con la comunidad y con los otros, pero eso no cambió la sensación de que estábamos encerrados, obligados a estar en pausa, algo muy complejo para los docentes, que estamos acostumbrados a aumentar la velocidad ante las dificultades. Esta espera se convirtió también en algo agobiante, pues en medio del caos y la incertidumbre no podíamos más que esperar. Así, el estrés se convirtió en ansiedad, la decepción en depresión y problemas como el insomnio o los ataques de pánico también formaron parte de la pandemia en todo el mundo.
Como docentes sabemos lo que esto implica para un estudiante, que en lugar de concentrarse en aprender de pronto estaba estresado, aislado y en un contexto de total incertidumbre. Así es como este 2020 la salud mental, la autorregulación, la tolerancia a la frustración y la resiliencia comenzaron a formar parte de la lista de prioridades de muchas personas y para nosotros, al frente de grupos de alumnos desconcertados, tomó su verdadero papel, uno imprescindible para el aprendizaje. Por ello entendimos que las emociones son tan importantes en la escuela como aprender a sumar. Sin duda las estrategias para relajarnos, para conocernos o para cuidar de nosotros mismos formarán parte de nuestra rutina diaria.
Como maestros sabemos que para un estudiante, sentir que forma parte de algo más grande es un aspecto esencial, no sólo para adquirir conocimientos, sino para su formación integral. Es en la escuela donde aprendemos a convivir con otros, a ser solidarios, a trabajar por el bien común. En este año, la comunidad, su organización y la solidaridad fueron una parte fundamental para todos. Aunque nuestro entorno tenga carencias, la unión de docentes, padres, alumnos y amigos puede hacer que hasta el alumno más alejado consiga estar al día en sus estudios o convencerlo de que no abandone el camino de la educación. Hoy más que nunca, hacer sentir a los estudiantes parte de su comunidad es fundamental.
La motivación para el aprendizaje siempre ha sido algo necesario, por lo que en el salón de clases estamos acostumbrados a todo tipo de actividades que nos ayudan a despertar en los alumnos curiosidad y entusiasmo. Sin embargo, con las condiciones en las que tuvimos que dar clases este año, esa motivación se convirtió en un reto enorme y nos dimos cuenta, más que nunca, que el vínculo con cada estudiante es vital. Aunque teníamos poco tiempo para impartir la materia o resolver dudas, descubrimos que si logramos conectar con los alumnos todo fluye mejor, practicar cuestionarios, encuestas y conversar con ellos regularmente es algo que puede cambiar la forma en que ellos perciben la materia, así como su motivación diaria para conectarse o resolver los ejercicios y las tareas aunque estén solos en casa.
El aprendizaje en las aulas siempre es guiado por los docentes y estructurado por la escuela, pero en las circunstancias actuales, quienes tienen el poder de organizarse o de perder el control de sus tareas son los propios alumnos, además de que son ellos quienes pueden seguir las lecciones a profundidad u olvidar la poca información dada por los docentes. Es por eso que este ciclo descubrimos que los alumnos de esta nueva época requieren mucho más que acceso a internet, requieren ser autónomos, saber cómo estudiar, investigar y ponerse en práctica por su cuenta, para que al llegar a las sesiones con el docente o enfrentar nuevos materiales, tengan dudas específicas o puedan compartir otro tipo de conocimientos. Por ello, es probable que incluso al volver al salón de clases, busquemos que sean los estudiantes quienes guíen su ritmo de aprendizaje, para que se conviertan en aprendices activos, protagonistas de su proceso.
¿Qué lecciones obtuviste este 2020? ¿Crees que esto cambiará la forma en que des clases a futuro? ¿Cambió tu forma de ver la educación? ¡Comparte con nosotros todos tus conocimientos!