No cualquier persona sabe lo que se siente estar de pie todos los días, al frente de una clase que cambia año con y año. Cada ciclo escolar, los alumnos se llevan algo de nosotros, pero nos dejan muchas otras cosas y esas experiencias no las puede conocer una persona cualquiera, debe ser maestro. Aquí dejamos una pequeña lista de momentos que solo quienes son docentes pueden entender. ¿Te identificas?
1) El momento de iluminación
Cuando ves la expresión de un alumno que de pronto le ha caído el veinte, que después de batallar un poco por fin ha comprendido el tema que le das o que descubre en tu clase algún interés escondido e interesante. Ese momento en que su cara cambia, porque se le ha encendido el foco.
2) Es difícil no tener favoritos
Aunque todos los alumnos son importantes y se pone atención en las necesidades de cada uno, muchas veces hay uno o dos alumnos que nos roban el corazón. Y es muy difícil resistirse.
3) Todo tiene siempre dos versiones
Aunque en un conflicto unos se acusan a otros, tú, como maestro, sueles ser quien ha sido testigo de todo lo que pasa o, por lo menos, te toca escuchar las dos partes de los problemas. Alumnos, padres, otros maestros, cada uno tiene una visión distinta de cómo y por qué ocurren las cosas.
4) Secretos en los bolsillos
No importa que no estés en la escuela, tu vida de maestro te persigue. Los fines de semana o los viernes que finalmente te das un momento para ir al cine o convivir con tu familia te buscas en los bolsillos y encuentras clips, plumas, lápices, grapas, sellos y con suerte hasta tijeras. Quién sabe todo lo que puedes encontrar ahí.
5) Ver el lenguaje cambiar y tratar de no entrar en pánico
Revisas exámenes y tareas constantemente, te ha tocado descubrir las novedades léxicas antes que nadie, porque en las páginas que calificas a diario hay varias innovaciones que no sabes si te causan terror, urticaria o una buena carcajada.
6) Aguantar la risa…
En el salón de clases, cuando tu alumno de pronto dice algo muy inapropiado, pero muy gracioso a la mitad de la sesión. Ya eres experto en transformar una carcajada en un rostro serio. No, esa palabra no se dice en clase.
7) O la expresión de confusión
Cuando llevas varias semanas con un solo tema que supuestamente todos habían comprendido la sesión pasada y haces un repaso solo para asegurarte que todo está en orden y un alumno responde de forma totalmente ilógica. Ahí tu expresión de absoluta confusión se transforma en una sonrisa y rebuscas por una dosis de paciencia para pasar por esto otra vez.
8) Lo difícil que puede ser regañar o dar malas calificaciones
Aunque no lo creería ninguno de tus alumnos, cuando te toca ser el malo de la película y regañar a un alumno o darle una calificación mala en un examen o una tarea a alguien puede llegar a ser uno de los momentos más difíciles. Porque en realidad tienes corazón de pollo y ver sus caras de decepción o tristeza no te pone feliz.
9) El terror instantáneo
Cuando tus alumnos comienzan a murmurar y a reír, pero no has identificado por qué. Es una especie de miedo frío que recorre tu espalda mientras buscas con la mirada el origen de su cuchicheo y te preguntas si acaso está en tu ropa.
10) Los aprendizajes más valiosos no están en los libros
Si le preguntan a alguien que no es maestro qué es lo más valioso de un curso en la escuela, probablemente hablaría de algún tema del currículo, pero si te preguntan a ti, tendrías que elegir entre muchas otras cosas: empatía, resiliencia, amistad, paciencia, comprensión.
¿Te identificas con alguno de estos momentos? ¿Hay algún otro que solo experimenten los docentes?