Desde siempre, para los docentes, la relación con los padres de los alumnos ha sido una de las partes más importantes de nuestro trabajo, pero también ha sido una de las más difíciles. El balance en esta relación es esencial pues no podemos trabajar con esas familias ausentes que dejan todo el trabajo a la escuela, pero tampoco podemos avanzar cuando tenemos padres demasiado insistentes, sobreprotectores y un poco controladores.
Con la llegada de la pandemia supimos que la relación entre la familia y los padres era más importante que nunca, solo con el apoyo de los padres los alumnos y la educación podrían seguir avanzando, a pesar de sus dificultades, y aunque en general sabemos que los alumnos están acompañados por familias que hacen lo mejor que pueden para pasar los momentos difíciles, también nos hemos encontrado con nuevas dificultades.
En los últimos años y para las generaciones más jóvenes, sobretodo, hemos visto familias que suelen llamarse “podadora” o “helicóptero”, esos que están ahí para evitar que sus pequeños experimenten cualquier problema, lo cual suele implicar niños asustados, sobreprotegidos e incapaces de correr riesgos o tomar decisiones. Aunque la intención de estos padres está basada en el amor a sus pequeños, su forma de ver las cosas podría convertirse en un obstáculo para su educación y si no tenemos cuidado también para el desarrollo de nuestra clase, especialmente en el contexto en el que estamos viviendo ahora. ¿Qué está pasando en ese aspecto?
El problema con que la escuela entre a casa es que los padres tienen el camino despejado para estar atentos a cada paso en el día a día de sus hijos. Aunque esto no suena mal, sí puede convertirse en un problema real, pues simplemente están presentes en todas las sesiones de clase, atentos a los ejercicios, a la socialización, las palabras y acciones de los pequeños en cada momento. Esto limita por completo su desarrollo, pues son conscientes de la atención que tienen por parte de sus padres, los previene de socializar con naturalidad e incluso incrementa su ansiedad ante posibles equivocaciones.
Claro que la intención de estos padres es del todo buena, solo quieren que sus hijos tengan lo mejor, desean evitar que los pequeños pasen por cualquier tipo de problema o que sientan frustración, tristeza o dolor. Lamentablemente el resultado de esto suele ser falta de experiencia para los pequeños, recordemos que el aprendizaje se da gracias al error, el mejor aprendizaje es el que se adquiere a través de la práctica y algunas cosas son inevitables, pero los padres se empeñan en limpiar el camino para sus hijos y en vigilar su desarrollo.
Adicionalmente esto implica problemas para el desarrollo de la clase, pues un padre helicóptero con el poder de estar presente en las clases en línea podría ser una interrupción constante para el aula, estrés para el docente que no puede desarrollar con normalidad su clase y que podría verse cuestionado y hasta atacado por las decisiones prácticas que toma en sus sesiones.
Si tienes un padre o madre que constantemente interrumpe la clase para dar sus observaciones o que incluso ha tratado de hablar con otros estudiantes para darles instrucciones o para hacer alguna anotación a la clase, que en esta temporada ha optado por “ayudar” a su pequeño al participar en clase y que está constantemente detrás de sus hijos durante la sesiones o que te escribe o llama en horarios diversos para cuestionar o sugerir cosas dentro de tus planeaciones, que evidentemente ha hecho las tareas de tus estudiantes buscando una mejor calificación, podrías estar en presencia de un padre helicóptero o podadora.
Antes que nada está la empatía y la comunicación. Nos podemos dar cuenta de que estas actitudes no están guiadas por una mala intención, sino que buscan lo mejor para sus hijos aunque no usen la mejor estrategia. Así que abordar esto con la mejor actitud nos podría llevar a conseguir aliados invaluables para nosotros y mejorar mucho el desarrollo de tus alumnos.
Comunícate con ellos y deja claros cuales son los límites en lo que a ti respecta, establece los horarios y los medios a los que tienen que apegarse en todo momento y cumple con estas reglas, a veces comenzamos por dejar claro un medio de comunicación, pero acabamos siendo más flexibles para no perder contacto. Si es importante dar opciones y quizá no puedes tener reglas generales especialmente cuando no todos los padres tienen los mismos recursos, pero puedes tener claros ciertos límites. Procura apegarte a ellos.
Habla con los padres sobre estas conductas y hazles ver lo nocivas que pueden ser para sus hijos, nosotros sabemos que los niños y jóvenes requieren su propio espacio, tener un radio de libertad donde puedan cometer sus propios errores y trabajar a su ritmo, conocerse mejor. Transmite eso a los padres, comparte con ellos bibliografía, blogs e información que les ayude a entender este tema. No solo en términos de pandemia, en general tus alumnos necesitarán liberarse de esta presión. Nunca está demás tener sesiones de taller para padres en los que se abran espacios de reflexión y análisis.
En términos de las clases hazles saber a los papás que no está bien interrumpirte ni cuestionarte al momento de la clase, si tienes tiempo podrías hacer algunas guías que les ayuden a ver las razones detrás de algunos ejercicios o recomendarles recursos para que comprendan un poco el sistema detrás de ciertas decisiones. No porque tengas que justificar ni explicar tu trabajo, simplemente para encaminar su interés.
Haz un tablero de información o crea un sistema que les ayude a todos los padres a sentirse involucrados y cercanos a la información, notifica lo más posible de tareas, ejercicios y clases, sin que esto se convierta en un diario de clase o un informe de actividades para ti, no se trata de aumentar el trabajo, sino de hacer sentir a los padres involucrados en el proceso.
¿Has tenido un aumento de padres sobreprotectores con las clases a distancia o más bien sufres lo contrario? Déjanos tus comentarios, sugerencias e ideas para este y otros temas, comparte con la Sala de Maestros.