Guardar silencio ha sido una regla durante muchos años utilizada en las escuelas, esto se tomaba como señal de respeto y de disciplina. Con el tiempo, esta idea del alumno callado ha cambiado de muchas formas, el silencio generalizado en las aulas ya no es, por si misma, una señal de buena educación. La vida diaria ha cambiado mucho también y nos hemos acostumbrado a un ritmo tan rápido de contenidos audiovisuales, música en todas partes, ruido citadino y otros estímulos que, a pesar de hacer más dinámicas e interactivas las clases, ha dado pie al olvido del silencio como una herramienta para nosotros mismos.
Quizá ya no es el silencio la señal de disciplina que muchos maestros exigían, pues reír, conversar y escuchar a los alumnos es muy importante, pero hay algo en el silencio que es de mucha utilidad e importancia para la vida, para la introspección y para el aprendizaje, pues el silencio permite reflexión y autoconocimiento.
Cuando iniciar el silencio
Si notas que tus alumnos están estresados, demasiado tensos o predispuestos a la confrontación, puede ser justo un gran momento para que propongas actividades silenciosas que permitan a los alumnos transitar sus pensamientos. Es importante que estos espacios no se utilicen como castigos o para acallar la voz de los estudiantes, algo muy importante para el desarrollo de una comunidad escolar, al contrario, se trata de permitir un espacio de concentración y clarificación de los pensamientos que después servirán para tener discusiones abiertas.
Pero les cuesta trabajo
Es normal que a los alumnos les cueste trabajo concentrarse o quedarse en silencio, pues vivimos en un ambiente muy ruidoso y entre más pequeños son los estudiantes, quizá mayor resistencia opongan a actividades que impliquen quietud, aparente inactividad o silencio, pues podría significar para ellos perder tiempo o aburrirse. En estos momentos es posible proponer actividades que requieran por sí mismas un momento de silencio, jugar a algo que implique prestar atención a los sonidos, colorear o escribir propiciará esos espacios por sí mismos.
Antes de hablar, escuchar
Otro momento en el que el silencio es de suma importancia es cuando se discute algún tema o se practica algún debate. Discutir es una actividad muy importante, pues es la base del intercambio de ideas, en un mundo tan diverso, el respeto y la apertura ante otras opiniones son esenciales. Pero para llegar a eso el silencio es también una puerta. Practícalo con tus alumnos, cuando exista alguna diferencia de opiniones propón que, antes de responder a un argumento, guarden un minuto de silencio, de esa forma se darán la oportunidad de escuchar al otro y no responder solo por la confrontación. Esta misma práctica te puede servir a ti como maestro, si de vez en cuando te das la oportunidad de guardar silencio y escuchas a tus alumnos.
Unión y compromiso
La práctica del silencio puede derivar en una comunidad más fuerte, capaz de escuchar a otros y de escucharse a sí misma, pues inevitablemente nos da un espacio para la reflexión, contemplación y meditación, esenciales ante las diferencias entre compañeros. Lejos del aspecto punitivo del silencio, es una oportunidad para que todos se sientan parte de una misma comunidad, que siempre está dispuesta a pensar antes de actuar.
¿Crees que esto podría ayudar a tus alumnos de alguna manera?