Como docentes hemos visto pasar por nuestro salón de clases toda clase de modas e intereses, desde juguetes sensacionales que todos los alumnos quieren y a veces llevan en la mochila de contrabando, hasta programas de televisión o influencers famosos que se convierten en la fuente de admiración de nuestros estudiantes. En medio de esas modas hemos visto el surgimiento de cambios culturales que han permanecido y el paso de simples intereses momentáneos.
Hace unos años vimos la fiebre de los spinners, pequeños artefactos que giran y que los alumnos quisieron coleccionar como si se tratara de las estampas más valiosas del álbum de moda. Estos juguetes tenían, además, la característica de tratarse de juguetes sensoriales, por lo que venían con una explicación de las razones por las que estos ayudan a concentrarse a los más distraídos y a relajarse a los más ansiosos. Sin embargo, muchas escuelas optaron por prohibirlos y muchos docentes sufrieron el dolor de cabeza de la distracción que esto causaba en sus aulas. A pesar de todo, el concepto de “juguete sensorial” es importante, pues efectivamente puede ayudar a algunos estudiantes.
Estos juguetes son importantes para la estimulación sensorial, especialmente en los niños más pequeños, que apenas comienzan a conocer el mundo y cuyos sentidos se están ajustando, por ello los juguetes de colores, sonidos y texturas diversas les ayudan a estimular este desarrollo. A este tipo objetos para pequeños estamos acostumbrados, pero conforme vamos creciendo, la necesidad de un estímulo sensorial no desaparece, cambia o se adapta, pero todos continuamos con algún tipo de conducta sensorial, mover nuestras piernas de forma repetitiva, presionar una pluma, morder un lápiz, balancearse en la silla, son estímulos a alguno de nuestros sentidos que nos ayudan a filtrar información del mundo exterior, a relajarnos cuando estamos intranquilos y a sentirnos mejor.
Para algunas personas esto es aún más importante, como para personas con autismo o con Trastorno de Déficit de Atención, que necesitan más o menos estímulos para concentrarse y sentirse tranquilos. Y no solo ellos, muchos nos podemos beneficiar de algún estímulo relajante para despejar nuestra mente o concentrarnos mejor. Los juguetes sensoriales están diseñados para esto, y en esa categoría entran los spinners, masillas o slime, lámparas de lava o juguetes brillantes que muchas veces nos hipnotizan cuando los vemos.
La respuesta más sencilla es sí, la cuestión es el momento en el que se usan y que no a todos le son útiles para los mismos fines. Para algunos pueden ser útiles en los momentos de mayor concentración, mientras para otros solamente para despejar la mente en transiciones o después de varias horas de trabajo continuo. No todos somos iguales ni todos tenemos las mismas necesidades, para algunos pueden resultar esenciales, mientras para otros pueden significar una distracción.
Quizá puedas tener en tu aula una pequeña caja de herramientas con juguetes que cumplan estos fines y crear un reglamento para el uso en tu clase, por ejemplo, utilizarlos sólo durante cierto tiempo a lo largo del día o solo cuando no resulten una distracción, puede ser una esquina de relajación cuando los ánimos se complican en la clase o cuando estamos cansados entre el ruido y el ajetreo.
Los afamados spinners son solo una de las opciones, estos juguetes son táctiles, de movimiento y visuales, a algunos les atraen por el hecho de mantener los giros con movimientos repetitivos, otros por verlos al mantenerse girando y otros más sentirlos. Así como esos hay otros juguetes, algunos con botones cuya única función es la de ser apachurrados, otros con sustancias brillantes que se mueven lentamente, algunos con sonidos, como los cascabeles. Para elegir los que se aceptarán o se agregaran en el salón de clases podemos establecer algunos criterios, por ejemplo, que su uso no resulte molesto para otros alumnos (como serían los que hacen ruido) y que no ensucien el aula, como podría ser un slime muy líquido.
Podríamos levantar una encuesta entre los estudiantes y crear con ellos el reglamento de uso para este tipo de juguetes. Incluso tú podrías beneficiarte de su uso si es que eres alguien que necesita moverse por el aula.
Este es un tema complicado, porque no a todos les funciona en el mismo momento, pero si tenemos estudiantes que tienen dificultades para regular sus impulsos y emociones (que se pelean en clase, que se enojan o lloran con facilidad) o que necesitan moverse para concentrarse, podremos establecer horarios o momentos de uso. En las transiciones entre actividades, en los momentos difíciles del día o como una herramienta durante la clase. El punto es no verlos como un juguete y guiar a los alumnos a no verlos como tal, ni como un objeto de diversión, sino como herramientas fundamentales para el día a día. Guiarlos y aprender con ellos cuál es su mejor uso nos ayudará a todos a cambiar la perspectiva y etiquetarlos como algo funcional.
¿Crees que los juguetes sensoriales podrían ayudarte en clase o son una gran distracción para tus alumnos?