Sabemos que el empleo de la lengua culta es esencial para la enseñanza dentro de las aulas; sin embargo, en el día a día la lengua traspasa los límites de la norma y las academias: es un instrumento de comunicación que poseen todos los hablantes, sea cual sea su posición social. En este sentido, el llamado registro coloquial o vulgar forma parte de nuestro acervo lingüístico y lo enriquece, aunque en muchas ocasiones se le censura por su origen bajo o por estar asociado a determinado tipo de personas de mala condición.
Dentro de los registros coloquiales, se encuentran las llamados groserías o malsonancias, que no son necesariamente usadas como un insulto, sino como vulgarismos.
¿Estás de acuerdo con que este tipo de expresiones se reconozcan oficialmente como parte de nuestra lengua? Antes de juzgarlas, escucha, reflexiona y date una vuelta por la otra cara de la moneda.
1.- ¡Qué chingón!: Se usa para demostrar admiración, sorpresa, enojo, apoyo, entre tantas otras. Ya lo decía Octavio Paz: chingar es un verbo con un significado especial para los mexicanos.
2.- Wey: Se emplea esta palabra, sobre todo en la zona centro del país, tanto para llamarle a un amigo, como para demostrar la torpeza de otro.
3.- ¡Qué poca madre!: Cuando algo no gusta ni poquito y genera disgustos, se utiliza esta expresión. En cambio, si algo es agradable, se usa ¡está con madre!
4.- ¡Al chile!: Se emplea para expresar alguna idea sin ningún tipo de tapujo y de forma directa.
5.- ¡No mames!: Igual que la primera de nuestra lista, puede denotar sorpresa, enojo, admiración y hasta dolor.
6.- ¡Pasumecha!: Cuando se presencia algo realmente extraordinario, se suele usar esta expresión para demostrar asombro.
7.- ¡Ahuevo!: Esta es una de las palabras más usadas para afirmar algo
8.- ¡Te la bañaste!: Una expresión que se utiliza cuando alguien más exagera en alguna situación determinada.