Una de las palabras que suelen desconcertar a más extranjeros es la interjección “órale”. Y es que la usamos para todo lo que podemos, en contextos muy dispares y para expresar cosas muy diferentes.
Su origen es netamente coloquial, pues proviene de la abreviación de “ahora”, la cual usamos como “ora” (y sus derivados, como “orita”). A esto el mexicano le sumó un sufijo que también agrega en algunos verbos para hacerlos imperativos: estúdiale, caminále, córrele, apúrale.
Ese ‘-le’ lo cambia todo y añade un sentido de urgencia. “Órale, ya apúrate” es una forma de pedirle a la gente que se apure. Claro que más tarde lo añadimos en situaciones más diversas, hasta convertirse en esa expresión extraña que usamos hoy en día y que sirve para expresar toda una gama de emociones, impresiones y dificultades.