Actualmente se vive una situación muy particular en todo el mundo. La pandemia que afecta a varios países ha obligado a miles de estudiantes a replegarse en sus casas, por su seguridad y la de sus familias. Aunque en muchos lugares y en distintos niveles se ha optado por probar la educación a distancia, gracias a que el acceso a la tecnología se ha extendido a grandes proporciones de la población, esto no es nada fácil, pues aún existen muchas diferencias sociales, contextos en que viven los alumnos y las barreras de aprendizaje a las que se enfrentan.
Más allá de las dificultades inmediatas, la pandemia traerá diversas consecuencias a mediano y largo plazo y esto irremediablemente afectará las vidas de docentes y alumnos, pues la economía, la organización social e incluso los decesos causados por la enfermedad afectarán directamente a muchas familias, lo cual impactará en nuestras aulas.
Algo que está causando preocupación a las autoridades es la salud mental, tanto jóvenes como adultos enfrentamos la incertidumbre y el desconcierto, además de la cuarentena, lo cual provoca y provocará a largo plazo diferentes trastornos y padecimientos, algunos estudiantes y quizá algunos docentes sufran más tarde consecuencias causadas por el encierro y el temor. Quizá veamos en las escuelas medidas de sanitización más estrictas, cambios en la dinámica social y un mayor foco en el cuidado de la salud mental, algo que no siempre es tenido en cuenta en el ámbito educativo. Los temores que sobrevivan se notarán en nuestras rutinas de limpieza o incluso en cómo nos comunicamos socialmente.
Lamentablemente, la pandemia no solo dejará algunos decesos, también dejará consecuencias graves para la economía de los países, lo que inevitablemente se verá reflejado en los ingresos de las familias. Esto podría obligar a muchos a dejar de lado la educación de los más pequeños, por la necesidad de aumentar el ingreso diario, con menores que se verán obligados a trabajar para apoyar a sus familias o incluso un mayor desinterés por parte de los estudiantes, quienes percibirán como más importante ganar dinero, trabajar, etc.
Otra cara de esto está en que muchas familias podrían perder miembros, como padres o abuelos, lo cual puede traer serias consecuencias, tanto económicas como psicológicas y emocionales, con lo que los más jóvenes podrían sentirse decepcionados o poco motivados para continuar sus estudios. Así que posiblemente quienes vuelvan a las aulas no serán los mismos que se fueron.
Por otro lado, esta pandemia también nos obliga a replantearnos las prioridades sociales, las posibilidades que ofrece la tecnología y la importancia de ciertas actividades económicas, por lo que podríamos ver también un giro en las políticas y perspectivas sociales, pues ha destacado la importancia de la ciencia y de la cultura. Esto podría provocar cambios importantes en la forma en que abordamos la educación, no solo de forma personal, sino social.
Por otro lado, las soluciones tecnológicas que han tenido tanto protagonismo en estas semanas también sin duda dejarán una enseñanza para escuelas y docentes, algunos docentes han tenido que perderle el miedo al aprendizaje en línea, mientras que en mucho aspectos ha resaltado la importancia de la educación presencial.
Estos y muchos otros aspectos se modificarán incluso cuando la contingencia pase. ¿Qué otras cosas crees que cambien? ¿Cómo crees que podamos aportar los docentes para que este cambio sea más beneficioso que negativo? ¡Comparte con nosotros!