En general los estudiantes no son conocidos por ser apacibles y silenciosos, en realidad suelen ser un poco ruidosos e inquietos, a veces se levantan de sus asientos, muerden sus lápices o plumas, mueven las piernas sin detenerse o se mecen en sus sillas, quizá lancen cosas, hablen muy fuerte o no puedan evitar saltar durante las clases, estos estudiantes que parecen retorcerse mucho llegan a distraer a sus compañeros o al propio maestro, no logran concentrarse bien ni estarse en paz. ¿Cómo actuar en estos casos?
Déjalos moverse
Ante todo, es importante que le permitas a tus estudiantes moverse, estas conductas pueden ser complicadas en el salón de clases, porque distraen a los alumnos que prefieren estar quietos, pero para quienes requieren moverse pueden ser útiles y necesarias. Identifica quienes tienen esas conductas y dales la oportunidad de moverse si lo necesitan, ayúdalos a encontrar la manera de evitar distracciones para los otros y genera estrategias para que ellos puedan regularse. Muchas veces esas conductas les ayudan a concentrarse mejor o a filtrar los estímulos sensoriales del aula.
Pequeños trucos
Un recurso económico y accesible son la pelotas anti-estrés que caben en una mano, esas figuras de materiales suaves que sirven para aliviar el estrés, con ellas tus alumnos podrían mantener a raya sus impulsos, al apachurrarlas o pisarlas durante la clase. Otra posibilidad es colocar resortes o ligas de ejercicio en las patas de los asientos, de forma que puedan rebotar las piernas constantemente durante el día sin tener que levantarse. Las texturas también pueden ser un recurso útil, pegar un pedazo de velcro en los escritorios o rellenar globos con semillas o harina pueden ser útiles en el día a día. Incluso podrías hacer estas modificaciones en tu salón de clase como un proyecto con tus alumnos.
Rincón de movimiento
Otra cosa que también puede ser útil es designar un rincón de tu aula para que tus alumnos se levanten a relajar los músculos, puedes crear pequeñas rutinas de saltos, sentadillas y estiramientos y ponerlas en hojas de papel en ese rincón, así, cada niño que llegue tendrá que tomar una rutina y llevarla a cabo para volver a su asiento.
Cambiar de asientos
Para quemar la energía de tus alumnos que revolotean mucho puedes crear dinámicas en las que se cambien de asiento de vez en cuando, crear grupos de debate o pequeños trabajos en parejas hará que se muevan constantemente y cambien el ambiente a su alrededor, planifica bien esos momentos, poco a poco los alumnos se acostumbrarán a esa dinámica y las transiciones serán más sencillas.
¡No quiero caos!
Estas medidas pueden parecer demasiado caóticas para llevarlas a cabo, finalmente es muy fácil perder el control cuando de levantarse y hacer ruido se trata, pero al fijar algunas reglas sencillas puedes evitar que esos momentos sean caóticos. Especifica muy bien a tus alumnos cuándo y cómo utilizar esos recursos y vigila que estas reglas se cumplan, de esa forma todos sabrán que no es un juego ni una oportunidad para salirse con la suya, sino de una herramienta para el día a día.
Dar tareas en clase
Pequeños deberes como borrar el pizarrón, recoger los ejercicios, llevar un recado a dirección o recolectar las tareas de sus compañeros son oportunidades para moverse, deja que lo niños más inquietos las lleven a cabo, es una buena oportunidad para que esos niños se sientan parte del grupo y liberen un poco la energía de su cuerpo.
¿Has utilizado alguna vez alguna de estas dinámicas? ¡Cuéntanos si te han dado resultados y cómo las has aplicado!