Esta expresión es muy común en el habla cotidiana y la usamos para referirnos a una debilidad particular en una persona, especialmente si es de hecho muy fuerte, poderosa, o muy capaz, no necesariamente en términos físicos, sino para alguna actividad específica o en su vida diaria, aunque todos tenemos nuestro talón de Aquiles. Es decir, nuestro punto débil. Incluso se designa así al tendón ubicado en la parte baja de la pantorrilla.
Este dicho tan común está inspirado en la historia de la guerra de Troya, esa que está narrada en La Iliada, la epopeya clásica. En ella vemos representada la ira de Aquiles, hijo de un mortal y una nereida, quien fue bañado en un río del Hades al nacer y por lo que era invulnerable en todos los aspectos, salvo por el tobillo, la única parte del cuerpo que no bañaron las aguas de aquel río y que sería su único punto débil. Efectivamente, como lo narra La Iliada, fue ese punto el causante de su muerte, el punto en el que Paris clavó una flecha envenenada.
¿Cuál es tu talón de Aquiles?