Trabajar directamente con jóvenes o adolescentes puede ser un tema complejo, pues se trata de una etapa bastante complicada en la que los jóvenes experimentan muchos cambios, emociones nuevas y presión por parte del mundo adulto. Pero la relación o el vínculo que podemos llegar a establecer con los alumnos es una de las bases más importantes al momento de dar clases. Aquí hay algunas ideas que te podrían ayudar a hablar con ellos.
No siempre tenemos el vocabulario y los conceptos necesarios para describir o incluso identificar nuestras emociones, algo que es aún más complejo en los adolescentes, quienes apenas comienzan a descubrir un mundo vasto de emociones que no siempre pueden reconocer o nombrar con facilidad y que en ocasiones son mal vistas por algunos sectores sociales, por ejemplo, estar enojados es algo que les pasa con frecuencia a los adolescentes, pero esta emoción suele ser mal vista, especialmente si se expresa abiertamente. Lo mismo pasa con la tristeza, con el desagrado o con el miedo. Se espera de nosotros ser siempre felices y agradecer las cosas buenas que nos pasan, sin embargo no podemos evitarlas y el censurar estas emociones acaba muchas veces por desarticular nuestras herramientas para gestionarlas.
Nosotros como docentes podemos apoyar estrategias más positivas ante estos escenarios con pequeños cambios en la comunicación que llevamos con los alumnos, motivando su expresión, la reflexión y la construcción de conceptos a través de preguntas e ideas.
Algo común es que los adolescentes no se sientan escuchados, algo en lo que frecuentemente tienen la razón. Y es que en el mundo adulto es normal que censuramos las explicaciones largas o que no tengamos tiempo para historias que nos parecen infantiles. Lo que están viviendo los jóvenes es una parte muy importante de su vida, sus emociones, ideas y opiniones son verdaderamente importantes para ellos, pero no siempre encuentran el espacio en la vida diaria para contarlo a su padres o a sus docentes.
Si tenemos la oportunidad de hablar con un alumno, aunque se trate de temas escolares solamente, podemos apoyar su expresión pidiéndoles que nos cuenten un poco más al respecto, incluso si se trata de por qué no hicieron la tarea o de por qué han faltado a clases, si nos hablan de cómo les ha ido en un examen o de alguna situación que están viviendo. No vamos a poder resolver su contexto, ni cambiar una calificación, pero sí podemos motivarlos a expresarse y a analizar las cosas que les pasan, de esa forma podrán darse cuenta de cuál es su participación en ello mientras se sienten validados por el hecho de escucharlos.
Aunque puede hacernos ver como si quisiéramos dar terapia, pedirle a los alumnos que reflexionen sobre sus emociones no tiene que ser cosa de ambientes estresantes o formales, solamente podemos aplicar pequeñas preguntas que les hagan ver a los alumnos un poco más de sus estados emocionales o de lo que implica la situación que viven. Por ejemplo, si un alumno nos comenta que ha obtenido notas bajas podríamos inducir a estar reflexión con un comentario como “debes sentirte frustrado con ese resultado”, lo cual no necesariamente será así, pero podría llevar la conversación a un análisis más profundo de cómo se siente al respecto, a veces algunos alumnos tienen una fachada de indiferencia sin darse cuenta.
Pero no dejemos pasar los escenarios positivos, también podemos aplicar este tipo de preguntas cuando el alumno se ve o se siente bien.
Ser reconocido, validado y apreciado es algo muy importante, pero no siempre lo vemos para los adolescentes. Simples palabras de aprecio, de reconocimiento o de felicitación pueden cambiar por completo la autopercepción de un alumno, así como su actitud ante ciertas cosas. No dejemos pasar la oportunidad de reconocer sus esfuerzos, el trabajo que han realizado y sus cualidades, que no siempre tienen que estar dirigidas a algo como las calificaciones o los buenos resultados. Su capacidad de hacer amigos, su generosidad, sus habilidades de comunicación o de liderazgo no se reflejan siempre en una calificación, pero sí podemos reconocerlas en todos los alumnos. Es importante que no hagamos esto solo con los buenos estudiantes, sino con todos, pues sin duda en algún momento mostrarán estas virtudes y los podremos motivar a algo más que una buena calificación.
Si trabajas con adolescentes sabrás que establecer comunicación con ellos no siempre es sencillo, no todos se encuentran dispuestos a mostrarse ante los demás, pero con algunas estrategias se logran buenos resultados. ¿Cómo motivas a tus alumnos a comunicarse mejor? ¡Comparte con nosotros tus ideas!