Con la llegada de la tecnología y el internet, la transmisión de información ha incrementado considerablemente, permitiendo que los usuarios puedan acceder al instante a las noticias y el contenido multimedia que deseen.
Sin embargo, en años recientes se ha abusado de estas herramientas, al difundir contenido que involucra a terceros sin que ellos lo autoricen, lo que constituye una violación a la privacidad, un peligro para su integridad y un delito.
Se trata de prácticas que vulneran la integridad de una persona a través de medios digitales, como redes sociales o mensajería, acoso, hostigamiento, difamación, transimisión de datos o información privada, etc. Esta clase de violencia se reconoce ya en la ley, pero en ocasiones los jóvenes no reconocen en sus actos un tipo de violencia, sino una práctica cotidiana.
Como se llaman comúnmente, los “packs” son fotografías o videos de índole sexual, por lo general realizados por los involucrados y de carácter privado, pero que son difundidos por terceros sin el consentimiento de las personas que ahí aparecen.
Por lo general, son archivos que se intercambian entre parejas por acuerdo mutuo. Lamentablemente, se da el caso de que uno de los involucrado rompe esta confianza y decide compartirlo con amigos y compañeros, ya sea mediante aplicaciones de mensajería, redes sociales o páginas de internet dedicadas a ésta práctica.
También se dan los casos en que la víctima pierde su dispositivo o sufre algún “hackeo” en sus cuentas personales, lo cual le da acceso a terceros a su información y contenido para su difusión.
Aunque las fotografías de desnudos y los videos de actos sexuales explícitos son los más comunes en esta categoría, no se debe pasar por alto que ciertas “travesuras” de los jóvenes, como tomarles fotos a sus compañeras debajo de sus faldas, con o sin su consentimiento, que también entrarían en esta categoría.
Si descubres que algún alumno o alumna es víctima de esta práctica, es importante que lo escuches y apoyes, además de notificar a sus padres y a las autoridades escolares correspondientes. Recuerda: sean cual sean las razones por las que esto ocurrió, ellos no tienen la culpa, el responsable es quien decidió difundir el material.
Por otro lado, es importante no minimizar y sancionar las acciones de jóvenes que generan y comparten estos contenidos, pues van de por medio la integridad y la seguridad de sus compañeros. Es importante promover entre ellos relaciones sanas basadas en el amor, la confianza, la integridad y el respeto mutuo.
¿Has tenido un caso similar en tu salón de clases? ¿Cómo se resolvió? ¡Cuéntanos!