Por Ale Bautista
Desde hace alrededor de 4 años he tomado un interinato de 6 horas por semana, la asignatura es ciencias con énfasis en Física; fórmulas, números, científicos, experimentos y… Alumnos.
Esos niños que me hacen olvidar todo fuera de esa aula, que me invitan y me gritan (en silencio) que necesitan quien los escuche, quien los apoye, quien los guie. 32, 44, 35, no importa el número de alumnos en el grupo, cada uno tiene sus propias necesidades y su propio mundo, que convive con los demás. Muchos docentes entran y salen sin percatarse de que ahí hay seres humanos con grandes necesidades de reconocimiento, de afecto, de estima y de escucha. Sin embargo, conectar con ellos es tan fácil, el simple hecho de contarles de vez en cuando una anécdota (la rana sorda, el elefante y la estaca, la vaca, la mariposa azul, el señor sin alberca.) abre una puerta para que los alumnos logren verse en esas historias, logren salir un momento del aula, aun estando en ella, y reconozcan que en todas partes (aun en la imaginación) todos vivimos situaciones similares y todos podemos salir triunfantes de ellas cuando logramos ver más allá.
Lograr que te digan “maestra(o) la(o) queremos mucho” es el resultado de minutos de escucha y empatía con ellos, piensa que perder una clase de vez en cuando por escucharlos es ganar mucho más que el conocimiento o memorización de un tema. Acércate a tus alumnos, explica las veces que ellos lo necesiten, observa sus caras, lee en ellas qué quieren decirte sin mencionar palabra, siéntate en esas butacas y recuerda qué es ser alumno, cuán importante es que el docente te aprecie, te reconozca.
Da una palmada de felicitación cuando lo merezcan, habla claramente, pero en privado y con serenidad cuando lo ameriten. Pide a Dios cada día antes de ir a trabajar que te llene de amor hacia esos niños que estarán a tu cargo y que te permita convertirte en un ser de luz para ellos y no en una pesadilla, genera un ambiente de armonía, de alegría, de confianza, pero siempre de respeto con tus alumnos.
Entonces podrás disfrutar el ser docente, sentirte orgulloso de que en 6 horas a la semana has podido influir en al menos un niño para que su vida sea alegre y se haya sentido apreciado, no lo sabemos, pero es posible que incluso seas quien cambie una de esas vidas para siempre.