Por Araceli Flores Pérez
Una de las experiencias más emocionantes para un maestro es la primera vez que da una clase, esa primera hora rodeado de un grupo de niños de jardín o primaria, de adolescentes de secundaria o de jóvenes de preparatoria. Por otro lado, una de las experiencias más enriquecedoras y llenas de aprendizaje es cuando esa primera vez se da fuera del hogar, en algún lugar alejado, una comunidad pequeña en zonas rurales. Ahí puedes toparte con dificultades variadas, desde conocer los usos y costumbres, saber llegar (pues seguramente los autobuses de pasajeros no pasarán por ahí), conocer ese contexto que se debe plasmar en la planeación argumentada, no poder aplicar las Tecnologías de la Información y Comunicación de forma adecuada porque las señales no llegan, etc.
Comenzar la práctica de docencia en otro lugar te lleva a un crecimiento personal y al desarrollo de una madurez que probablemente en otra profesión no se tendría.
Si llegaste a una “Casa del maestro”, a una casa de asistencia o simplemente a algún departamento de renta para vivir solo o acompañado, implica la organización financiera (seguramente la primera quincena tardará en llegar por los trámites), la renta, el agua, la luz, el mandado, el pasaje o la gasolina se vuelven prioridades al momento de hacer un plan financiero.
Más adelante compartirás los gastos con algún otro maestro, comenzará entonces la experiencia de conocer a otra persona, de compartir experiencias en la escuela y en la vida cotidiana, aprender a organizarte con ella, no sólo para los gastos, sino para los viajes, las salidas y, con el paso del tiempo, darte cuenta que has encontrado a una persona especial que alivia la soledad de estar lejos de casa. Has encontrado otro tipo de familia, en donde la convivencia se vuelve más que una amistad.
Finalmente, la relación con los nuevos alumnos, conocer sus costumbres, sus problemas, el entorno que los rodea, no solamente para plasmarlo en un formato donde planees tus clases, sino para darte cuenta de sus intereses, de las diferencias entre ellos y los estudiantes de ciudades grandes, cuyas carencias materiales prácticamente son nulas, comparadas con las necesidades del niño o joven de las comunidades alejadas y que, a pesar de eso, cuentan con metas y objetivos de superación, con el fin de sacar adelante a sus familias y a su comunidad.
Es ahí donde tú, el maestro nuevo, llegas armado con la creatividad y el conocimiento, donde cultivarás las competencias docentes del trabajo colaborativo, la resolución de problemas, la perseverancia, la toma de decisiones, todo con las ganas de poner un grano de arena para sacar adelante a los niños o jóvenes de México, con la esperanza de que en un futuro tengamos una sociedad mejor y con la satisfacción de haber colaborado en el logro personal y profesional de esas personas, cuyas carencias se convierten en herramientas de éxito.
Probablemente pasarás por momentos muy difíciles, habrá días muy malos, en donde cuestionarás si realmente fue la mejor decisión dedicarte a la docencia, habrá días de tristeza, en donde pensarás en aquello que dejaste atrás, familia, amigos, y desearás que esos días vuelvan a ti. Pero algo es seguro, la mayoría del tiempo tendrás momentos de alegría, satisfacciones profesionales, al ver como aquél estudiante que pasó por graves problemas pronto culminará sus estudios, conocerás nuevas y valiosas personas que dejarán huella en tu vida y te darás cuenta que ese tiempo ha valido la pena.
*Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente la posición de Sala de Maestros.