Llega el fin de ciclo escolar, tanto alumnos, como padres de familia y profesores se enfrentan a la temida boleta de calificaciones, que en pocos números evalúa el rendimiento de los alumnos a lo largo del año escolar y muchas veces determina a los estudiantes: alumnos brillantes, niños problema o estudiantes promedio.
Para muchos padres una boleta llena de excelentes calificaciones es igual a premios, mientras que los números bajos significan un castigo seguro. Esto lo abordamos desde la perspectiva de adultos, pero pocas veces desde la visión de los alumnos.
Aunque estas son las reacciones más comunes a una boleta de calificaciones ninguna de las dos reacciones son realmente útiles para el desarrollo de un estudiante. Es importante reflexionar sobre qué esperamos de los niños o jóvenes y cómo nos hacen sentir, a nosotros como adultos, las calificaciones que obtienen, antes de aproximarnos a los niños.
Si el niño llega a casa atemorizado por los números que obtuvo esto realmente no le servirá para obtener mejores calificaciones la siguiente vez, sino que aumentará la tensión.
Si bien el castigo puede ser visto como una consecuencia natural a sus actos, también es importante estudiar las razones que rodean estas calificaciones. ¿Por qué ha tenido ese resultado? ¿Cómo le va en la escuela? ¿Cómo se lleva con sus compañeros? ¿Qué ocurrió durante el ciclo escolar que pudo afectar su rendimiento?
Platicar con nuestros pequeños y entender sus puntos de vista es importante, un castigo en sí mismo no cambiará la situación.
Por su parte, premiar a los estudiantes que obtuvieron los mejores resultados tampoco resulta una buena opción. Si bien es importante reconocer su esfuerzo y manifestarles que lo han hecho bien, darle premios y recompensas no es la mejor opción para su vida de alumno, ya que esto nos obliga a trabajar por un sistema de recompensas, en el que el aprendizaje pasa a segundo término, lo importante son los resultados y lo que se obtendrá después.
Ni castigos ni premios fomentan la responsabilidad, sino el temor y la búsqueda de recompensas.
La importancia de las calificaciones radica en que podamos evaluar cómo le va al niño en la escuela y actuar al respecto, es decir, si notamos que las calificaciones son bajas debemos apoyar a nuestro pequeño, probablemente sea necesario buscar ayuda, ya que el estudiante podría enfrentar alguna dificultad de aprendizaje o tener problemas en la escuela o en casa, mientras que un buen rendimiento nos indica que va por buen camino.
La presión por las calificaciones fomenta conductas poco saludables para el estudiante, pues en la búsqueda de premios o por evitar castigos se crean oportunidades para hacer trampa en los exámenes o se pierde el interés en los estudios, al verlos como un reto insuperable.
Es importante valorar el esfuerzo de los jóvenes, apreciar cuando han hecho un buen trabajo y animarlos a superar las dificultades, sin someterlos a la presión por el número que obtienen. ¿Cómo abordas el tema de las calificaciones con tus pequeños?