La adolescencia es una de las etapas más complicadas, aunque interesantes de la vida, en estos años nuestros cuerpos cambian en poco tiempo y las relaciones que tenemos con los demás también se transforman, creamos vínculos muy poderosos para nuestro futuro, tomamos decisiones importantes y sentamos las bases para conformar una identidad, que se enfrenta al mundo por primera vez.
Para un adolescente no hay nada más importante que las relaciones con sus pares, sus temas de interés y saber cómo lucen, aunque estos aspectos tienen sus dificultades que muchas veces llegan acompañados de temas como ansiedad o depresión, por mencionar algunos de los trastornos más comunes entre los jóvenes, y para muchas familias pasan desapercibidos, no porque no se interesen por sus adolescentes, sino porque las señales son mezcladas y asociadas a esta etapa.
En los últimos años muchos estudios han observado que la salud mental de los adolescentes ha tenido más complicaciones, algo no tan sorprendente si consideramos que las condiciones sociales de la generación Z son mucho más desafiantes que las de otras generaciones, pues son ellos quienes ven con preocupación temas como el cambio climático, el aumento de la violencia, crisis sociales y económicas, mientras están expuestos a las redes sociales, a la sobrecarga de información. En medio de esta dificultad llegó la pandemia y miles de jóvenes alrededor del mundo frenaron su desarrollo social, educativo y personal por miedo a los contagios. De pronto todas sus relaciones se transformaron a la distancia, perdieron su rutina escolar e incluso sus actividades extraescolares se pausaron por completo. A un año de pandemia, ¿cómo ha afectado esto a los adolescentes y qué podemos hacer desde el aula para mejorar esto?
Como docentes estamos en contacto con los alumnos lo más seguido que podemos, con ello tenemos la oportunidad de detectar sus cambios de humor, sus actitudes y su perspectiva ante la situación. Por ello podemos ser quienes detecten algún problema a tiempo para prevenir mayores consecuencias y podemos apoyarlos con herramientas y una buena comunicación.
¿Qué debemos observar? Si un adolescente ha cambiado su ritmo de trabajo, ha dejado de entrar a clases, entrega pocas tareas o se ha alejado de sus compañeros son señales que podemos considerar. Estos signos pueden ser diferentes para cada estudiante, porque cada uno tiene su ritmo y se implica en la escuela a su manera, lo importante es detectar los cambios. También observar mayores niveles de enojo, tristeza o frustración podrían ser indicadores de que algo no va muy bien, si su motivación ha disminuido o sus actitudes difieren de su personalidad debemos tomar en cuenta la posibilidad de que experimenten algún problema.
Aunque el aspecto académico ha sufrido mucho ante la pandemia, es importante que en nuestras aulas (aunque estas sean digitales) nos esforcemos por priorizar las relaciones y la conexión con nuestros alumnos, así como incentivar que estos se relacionen entre ellos. Hablemos de la importancia de la amistad, de sus cualidades, de los intereses personales de cada uno de ellos y de sus preocupaciones comunes, el tiempo que invirtamos en construir comunidad alrededor de los alumnos será de gran ayuda para que, quienes enfrenten situaciones complicadas o que se sientan solos en casa, tengan una red de respaldo para atravesar las dificultades. Esto, adicionalmente, ayudará a su desarrollo académico, pues se sentirán cómodos en el ambiente, lo cual los mantendrá dispuestos y motivados.
Como maestros no podemos incidir mucho en el ambiente de nuestros alumnos, pero si podemos buscar que accedan a la ayuda en caso de requerirla, por eso podemos crear un directorio de instituciones y plataformas que brinden terapias a bajo costo, líneas de emergencia para los peores momentos e incluso aplicaciones que les ayuden a sobrellevar las dificultades. Aplicaciones con programas de meditación pueden ser útiles para los insomnes y para los más ansiosos, por ejemplo. Quizá ellos no sepan cómo encontrar ayuda, pero podemos guiarlos.
La comunicación es algo esencial en todos los sentidos, tanto de tu parte con los alumnos, como con los padres de familia, además es importante incentivar a las familias a comunicarse mejor, a escuchar activamente a sus hijos y cooperar para que todos se sientan parte del hogar en el que viven, para que sus opiniones sean tomadas en cuenta, sus necesidades escuchadas y sus preocupaciones tomen importancia. Es posible ayudarlos a mejorar esas vías de comunicación si propiciamos la reflexión en torno a estos temas, les damos herramientas y les hacemos saber que no están solos en el proceso de acompañar a sus hijos.
Uno de los aspectos que no se toman mucho en cuenta es la importancia de practicar el autocuidado, es decir, que nuestra rutina diaria incluya tiempo para relajarnos, para reflexionar sobre nuestras emociones y responder a nuestras necesidades. Esto incluye también observar nuestras rutinas para adaptarlas a lo que requerimos de forma personal, cuidar nuestra higiene del sueño, identificar emociones y saber salir de situaciones que nos están haciendo daño. Hablar con los adolescentes de todo esto podría motivarlos a cuidar mejor de sí mismos y así prevenir problemas a futuro.
¿Crees que a tus alumnos les ha afectado mucho la pandemia? ¿Su salud mental se ha visto golpeada por esto? ¡Comparte con nosotros tus observaciones y estrategias!