El mundo que vivimos y las expectativas que la sociedad o nosotros mismos construimos al respecto del éxito y el fracaso, muchas veces, nos llevan a situaciones que no benefician a nuestros pequeños, ya sean alumnos o nuestros hijos. Padres y maestros suelen estar atentos para que los niños y jóvenes logren siempre alcanzar los estándares, cumplir sus metas, tener buenas calificaciones, que no se equivoquen y que tengan siempre la respuesta correcta.
Que lo tenga todo
Es uno de los pensamientos más comunes por parte de padres y maestros, que buscan que sus hijos o alumnos tengan lo mejor, tanto en oportunidades como en objetos, sin embargo, esto provoca también que los pequeños dejen de hacer cosas por sí mismos, no experimenten situaciones de las que podrían salir beneficiados, a pesar de las dificultades, y en ocasiones desarrollen miedo a lo desconocido.
Pero es más rápido
Algo que también ocurre constantemente es que padres y maestros prefieren cumplir algunos pasos para evitar que los primeros errores, que seguramente cometerán los niños o jóvenes, tomen tiempo, pues vivimos un mundo ajetreado y lleno de ocupaciones, esto, a pesar de ahorrarnos tiempo, a la larga hará personas que no experimentaron por sí mismos. Si como padres evitamos que se sirvan comida, por ejemplo, por miedo a que ensucien la cocina, habremos ahorrado tiempo, pero el joven no habrá podido practicar su habilidad para la cocina.
¡A fracasar!
Por ello, en casa y en la escuela, es importante que nuestros alumnos experimenten lo que significa el fracaso, solo así, realmente, podrán alcanzar el éxito más tarde, pero no porque fracasar signifique perder, sino porque a partir del fracaso los alumnos realmente reflexionarán sobre la tarea y al volver a intentar tendrán experiencia y conocimiento. Además, no temerán cometer errores, lo que los guiará a la innovación y el cambio.
Para que esto suceda no solamente debemos dejar que nuestros alumnos se equivoquen, también debemos cambiar el paradigma sobre lo que eso significa para nosotros como maestros y para ellos como alumnos, no castigar a los que han reprobado, sino animarlos para que continúen esforzándose y guiarlos a través de sus errores es muy importante. Por ello, celebrar el trabajo y no necesariamente los resultados es esencial.
Crear un ambiente en el salón de clases que les permita saber que equivocarse está bien, es necesario crear alumnos dispuestos a aprender y a tomar riesgos cuando de conocimiento y experimentación se trata, con mucha más autonomía e iniciativa, pues son personas que al observar los resultados y tratar nuevamente pueden tomar nuevos caminos, sin dejar de lado lo que ya aprendieron. Para eso es necesario guiarlos.
Experiencias de fracaso
Una de las mejores aproximaciones al tema del fracaso en el aula es crear experiencias que permitan a nuestros alumnos sentirse cómodos con los errores y, a su vez, reflexivos con sus acciones. Lo primero es abordar las equivocaciones como ensayos, mientras se trabajan ejercicios en los que ellos mismos deban buscar soluciones antes de darles la respuesta, esto además creará un ambiente de creatividad y entusiasmo.
Así mismo, valorar y celebrar a quienes trabajan para superar los retos, más que utilizar cumplidos como “eres muy listo” o “tienes mucho talento”, pues eso hace sentir a las personas que esas características están determinadas desde el nacimiento. En cambio utilizar afirmaciones como “bien por el esfuerzo”, “hiciste un gran trabajo”, dan a entender que la escuela no se trata de ser listo, sino de esforzarse.
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