Ya sea en aulas físicas o en aulas virtuales, es común que nos encontremos con alumnos que interrumpen las clases constantemente o que presentan dificultades para seguir el ritmo de sus compañeros en la clase, esto suele ser difícil de gestionar, pues interrumpe nuestra clase y en ocasiones hace tenso el ambiente general en el salón de clases.
Aquí hablaremos de las conductas disruptivas y te daremos algunos tips para que las gestiones de la mejor manera.
Estas conductas disruptivas son muy variadas y comprenden distintos tipos de interrupciones para el salón de clase, pero podemos identificarlas como un comportamiento que no permite que fluyan las clases con normalidad o que afectan la convivencia escolar. Aunque podemos agruparlas como “conductas disruptivas” es importante recordar que no todas responden a las mismas razones ni tienen las mismas implicaciones, por lo que no debemos colocarlas en una misma caja. Cada una de ellas es distinta, así como cada alumno es diferente al resto, por lo que una estrategia que haya funcionado previamente podría no ser útil en otro contexto.
-Interrupción constante de la clase con participaciones que no tienen relación con el tema
-Rabietas, peleas constantes e incluso respuestas desafiantes al profesor
-Llegar tarde constantemente a clase, no entregar tareas o inasistencias constantes
-Poca tolerancia a la frustración
-Dificultad para seguir instrucciones
-Rompen las reglas constantemente, incurriendo en conductas como hurto, peleas físicas, etc.
-Problemas para convivir con sus compañeros y para trabajar en equipo.
Muchas veces este tipo de conductas se relacionan con aspectos ajenos a la clase o aunque se disparan por algo en el salón de clases, su origen no está en sus compañeros, en sus docentes, ni en los ejercicios. Así que lo primero que debes tener en cuenta es que no debemos tomar de forma personal ninguna conducta de los alumnos, aún si alguna de ellas se relaciona directamente con los docentes. Esto nos ayudará a separar nuestras emociones e impresiones personales de los alumnos y es que justamente, actuar con la cabeza fría y no responder de forma emocional hacia un alumno es el primer paso para gestionar este tipo de retos en clase.
No debemos nunca olvidar que los adultos en el salón de clase somos nosotros, incluso entre adolescentes, el docente necesita evitar reacciones viscerales o desafiantes hacia la respuesta de los alumnos. Si es necesario tómate unos minutos y evita dar castigos o regañar a un alumno si te sientes agitado o algo ha activado una respuesta emocional en ti. No se trata de reprimir nuestras emociones, sino de saber actuar más allá de ellas, de autorregularnos y de ver las cosas desde una perspectiva analítica.
Mantén la seguridad en ti mismo y procura hablar con tus alumnos de forma tranquila, incluso si han roto las reglas, míralos directamente, pero sin ser amenazante y ponte a su altura. Explica la situación con palabras sencillas y procura escucharlos, no importa lo que haya pasado, es bueno preguntarles por qué lo han hecho o si necesitan algo.
En ocasiones el surgimiento de algún problema en el salón de clases no se debe en sí al salón de clases. Averigua un poco más de tus alumnos, escúchalos, observalos y vigila cómo se llevan con sus compañeros, si te es posible habla con los padres y evalúa la posibilidad de que presenten algún trastorno de desarrollo que pudiera afectarlos en la escuela, así podrás sugerir a los padres que busquen a un experto y en el aula te ayudará a identificar las herramientas que te servirán para hacer fluir la clase.
Más allá de las razones profundas por las que ocurren ciertas conductas, puede serte útil reflexionar un poco sobre la conducta en sí misma. ¿Qué actividad realizaban tus alumnos cuando ocurrieron? ¿Cuál era el tema del que hablaban? ¿Qué ocurría en el ambiente antes de que se disparara? ¿Quiénes rodeaban al estudiante? ¿Cómo fue esta conducta? ¿Qué duración tuvo? ¿Quiénes estuvieron implicados?
Si analizas todas estas características podrías darte una idea de qué es lo que influye en tu estudiante y podrías ayudarlo a regularse por sí mismo en otras ocasiones. A veces factores ambientales como el tipo de luz, el ruido a su alrededor, la frustración ante una tarea, el temor a participar en público o una actividad que le resulta frustrante podrían ser la razón por la que algo se dispara. Habla también con tu alumno, invitalo a reflexionar sobre sí mismo y sobre el por qué de su comportamiento.
Trabaja con tus alumnos temas de educación socio-emocional, enséñales técnicas para relajarse y para autorregularse, por ejemplo, contar hasta diez cuando se sienten irritados o molestos, a concentrarse en su respiración en momentos de estrés o a retirarse si el ambiente resulta opresivo o estresante. Añade a tu salón de clases un rincón sensorial en el que puedan calmarse los estudiantes y dales la oportunidad de tomarse unos minutos para sí mismos. Al cambiar de actividad dales unos minutos para asentarse y retomar la concentración e incluye actividades para pausar y refrescar la atención, como pequeños bailes, juegos cortos o dibujos. Crea en tus clases espacios para hablar de emociones como algo natural.
¿Has tenido alguna vez una clase especialmente disruptiva? ¿Cómo trabajaste esta situación? ¿Qué experiencia tuviste con los padres de tus alumnos? ¡Comparte con nosotros!