Aunque son comunes los casos de los alumnos que lo inventan todo con tal de no ir a clase, también están los caso de aquéllos que, por causas de fuerza mayor (su salud, problemas familiares o personales), son obligados a ausentarse de la escuela por un largo período de tiempo.
En casos como éstos, al alumno le puede costar reintegrarse al ritmo de trabajo, así como a la propia dinámica de grupo, por lo que el papel del docente puede hacer la diferencia para hacer este tránsito mucho más sencillo. Te damos algunas sugerencias:
Una vez que nos enteramos que el alumno se ausentará, podemos hacerle llegar, a través de los padres o de sus amigos mas queridos, mensajes de apoyo y cariño de parte de todo el grupo. Mantener el contacto con sus compañeros facilitará su futura reincorporación.
Además de enviarle las tareas y los temas que se han visto en clase, también es buen idea platicarle lo que sucede en el aula, con sus compañeros o las actividades que suceden en la escuela. De esa manera sabrá qué esperar a su regreso.
De acuerdo a las circunstancias, al alumno podrían inquietarle muchas cosas, desde que no quiere que se sepan las razones de su ausencia, hasta que esté la condición física más favorable. Por ello, hablar con antelación con él y con sus padres permitirá preparar un escenario más acogedor para su regreso.
Junto con el punto anterior, es importante que hables previamente con el grupo. No es necesario darles demasiadas explicaciones, basta con que establezcan algunas normas de convivencia e incluso asignarles tareas, como prepararle una bienvenida o explicarle en conjunto los temas esenciales.
En una dinámica grupal sólida y afectiva, todo miembro es valioso y cualquier ausencia es importante. Si desde el inicio del curso generamos esto en el aula, será fácil que un alumno que regresa se sienta nuevamente bienvenido.
¿Has tenido algún alumno que tuvo que ausentarse por varias semanas? ¿Cómo facilitaste su regreso a clases?