Al momento de aprender un idioma nos planteamos, además de su utilidad, también la duda de si será muy difícil aprenderlo, si nos tomará mucho tiempo y si podremos llegar a dominarlo. Aunque cada lengua tiene sus particularidades, para los hablantes nativos su propia lengua es sencilla, pues la adquirieron desde el nacimiento, pero la dificultad la puede apreciar alguien que trata de aprenderlo desde cero, también inciden factores como el tipo de lengua que se conoce y que se busca aprender, por ejemplo, para alguien que habla español, lenguas como el ruso, el alemán o el náhuatl pueden parecer muy complicadas, porque no estamos familiarizados con las flexiones o el uso de casos. En cambio, para un hablante de inglés, el español puede parecer una locura, pues en inglés las conjugaciones verbales solo dan tres variantes, mientras que otros tiempos los resuelven con auxiliares, en cambio en el español un solo verbo tiene al menos 10 conjugaciones, además de verbos tan irregulares como “ir”, que en presente es “voy”, en pretérito es “fui”, en futuro “iré”.
Así, la dificultad de un idioma es muy relativa, aunque si hay idiomas que tienen más variables que otros, por ejemplo, en chino, considerado uno de los más difíciles del mundo, es necesario aprender unos 2,600 caracteres para pasar el nivel más alto en un examen oficial del chino. Así que referirnos a algo difícil como que “está en chino”, es bastante acertado.