La tarea del profesor es constante. Siempre hay un pequeño fuera de su lugar, un tema por ver para el salón de clases, un padre que atender, un examen que calificar. Por eso salir de la escuela y olvidarse de todo… no ocurre.
Por eso, aunque parezca poco probable, reconocer a un profesor con solo verlo en las calles es posible. ¿Crees que des alguna de estas señales?
Un maestro no solo carga el corazón de sus alumnos, también tiene que llevar todos los libros para la clase, los trabajos para revisar, los exámenes que no ha calificado, el material que usa durante la sesión, una enorme cantidad de plumas y plumones que probablemente ya no pintan, el termo de café, regla, tijeras, pegamento, cinta adhesiva, celular, computadora, etc.
No importa la hora, no importa el lugar, un profe siempre tiene manchas de pluma roja, plumones para pizarrón o gises por todas partes: en los brazos, la ropa, las manos, en algunas ocasiones y si el día ha sido especialmente ocupado, hasta la cara. El detalle es ¿de qué color? ¿Se nota mucho en la ropa?
En realidad es manchas de tinta están también en los lugares más inesperados, como la ropa interior, la bolsa que no ha ido a trabajar, la casa… ¿Cómo llegó ahí?
En ocasiones ir con un docente en la calle puede sentirse como si fueras con un famoso, porque es probable que se encuentren a sus alumnos, a los padres de sus alumnos o algún ex alumno en cualquier sitio. Esto ocurre mucho más entre más pequeña sea la localidad, pero incluso un profe de una ciudad grande le pasa con frecuencia encontrarse gente conocida en la calle. Y que en algunas ocasiones le hagan preguntas sobre la clase del día siguiente.
Si alguna vez necesitas una engrapadora mientras estás a la mitad de la calle y una amable persona saca una de su bolsa junto con listones, colores, tachuelas, sacapuntas, martillos o cualquier otro objeto que le pase por enfrente seguramente es porque es maestro. Dentro de una mochila o bolsa de profesor hay de todo. No importa lo que necesites, lo más probable es que esté dentro de la bolsa de un maestro.
No importa si son niños, adolescentes o adultos. Si alguien comete alguna falta, pasa corriendo por las escaleras, anda con las agujetas desamarradas o simplemente están hablando muy fuerte en un sitio callado seguramente tendrán el impulso de regañar a las personas. “Jovencito, no se corre con las agujetas desamarradas”. Muy severos, quizá porque son profesores.
Cuéntanos si alguna de estas condiciones la cumples o dinos por qué piensas tú que podría reconocerse a un docente mientras camina por la calle.