Tú y: personas han leído este artículo.
El estrés tiene consecuencias en la química del cerebro que gracias a la investigación médica ya comenzamos a entender. El estrés puede afectar nuestra vida diaria de muchas maneras y ahora vemos que incluso los alumnos más pequeños sufren sus estragos, incluido el estrés académico, pero en conjunto con las dificultades de contexto que a veces los rodea.
Esto es algo que debemos tener en cuenta en el salón de clases, pues afecta la conducta y el aprendizaje en nuestros estudiantes, incluso los más jóvenes. Aquí te hablamos un poco al respecto y te damos algunos tips para manejarlo.
El estrés es una reacción natural, nos es útil como un sistema de autopreservación, pues implica la segregación de sustancias que nos mantienen alerta y que en momentos de peligro nos sirven para reaccionar a tiempo, con más fuerza, mayor velocidad y con la agudización de nuestros sentidos, en situaciones un poco más prolongadas es un gran motivador y nos mantiene en movimiento y alertas, así que el estrés puede ser muy positivo. El problema es que en el contexto en el que vivimos actualmente el estrés ha dejado de ser una reacción momentánea a una situación específica y se ha convertido en un estado continuo, causado por la presión, las expectativas, las dificultades diarias, etc.
Cuando el estrés deja de ser un sistema de preservación se convierte en un problema que puede llegar a ser realmente grave, la segregación de cortisol, la hormona del estrés, puede afectar nuestro organismo de muchas maneras. Tras una etapa de estrés constante podemos sentir problemas digestivos, dolor de cabeza, tensión muscular, además de afectaciones en nuestro sistema inmunológico y de tener consecuencias a largo plazo como trastornos de ansiedad y depresión.
Como adultos sabemos que vivir con estrés nos es fácil y sabemos que estamos expuestos a este riesgo, pero a veces se nos olvida que el estrés no es algo que sientan exclusivamente los adultos, no se trata de algo que adquirimos al hacernos mayores, también los niños y los adolescentes pueden sentirse estresados y el ritmo que llevamos en la actualidad hace más común que los estudiantes se mantengan estresados.
Aunque para nosotros como adultos los problemas de un niño o un joven parezcan menores, no debemos olvidar la perspectiva de ellos. Para ellos cada día hay cosas nuevas y aunque aún no enfrenten problemas de dinero o tensiones laborales, si están bajo la presión de sus padres, algunos lidian con problemas familiares complejos que aunque no estén relacionados con ellos afectan su convivencia en casa, mientras otros sufren de dificultades para el aprendizaje sin que otros se den cuenta de ello. La presión social de sus compañeros y a veces el continuo recordatorio de los resultados esperados pueden ser una causa de gran estrés. Todos estos factores afectan a nuestros estudiantes, no solo en su vida personal o de salud, las consecuencias del estrés las podemos sentir en el salón de clases.
La primera consecuencia de tener alumnos estresados es que tendremos estudiantes irritables, que responden rápidamente a una situación de confrontación, que pelean constantemente o que no pueden regular sus reacciones emocionales. Podemos ver estudiantes que no toleran la frustración o con tanta tensión que al menor error sienten que han fracasado totalmente. A la larga, la motivación de algunos se desvanecerá, podrían enfermarse con frecuencia o convertirse en alumnos con conductas disruptivas frecuentes.
Además de esto, el estrés constante en un estudiante minará su capacidad de aprendizaje, pues la segregación de adrenalina y cortisol tendrá efectos en su cerebro, afectará la memoria, capacidad de organización y de concentración, estos alumnos acabarán con problemas en sus notas y nuestro grupo se convertirá en un grupo sin mucha cohesión.
Nuestro trabajo como docentes no puede resolver todas las razones por las que nuestros alumnos se sienten estresados, pues sus causas muchas veces están relacionadas con factores fuera del aula, pero sí podemos contribuir para que al menos en el aula se sientan más seguros.
El miedo al fracaso es algo que afecta a muchos estudiantes, algunos lo manifiestan al trabajar demasiado mientras otros pierden la motivación, si no se esfuerzan no tendrán la decepción del error más tarde. Esto es motivado porque el sistema escolar suele premiar las calificaciones más altas como la única posibilidad de éxito, pero como docentes sabemos que lograr el éxito se trata de mejorar cada día, las metas de cada alumno pueden ser distintas y un número en la boleta no refleja el esfuerzo ni el progreso real de los estudiantes. Procura inspirar en tus alumnos la motivación por el trabajo duro, por el progreso propio y no por alcanzar un diez en un examen. Recuérdales que los errores son oportunidades y son necesarios para aprender.
El mindfulness y la meditación son excelentes herramientas que tienen efectos importantes en el cerebro de quienes lo practican, por ello agregar algunas dinámicas de respiración de concentración les ayudará a relajarse dentro de tu aula. Colorear, concentrarse unos minutos en el ritmo de su respiración, bailar un poco o incluso pausas para hacer ejercicios pueden ser formas muy sencillas de recordarles que se encuentran en el momento presente.
Sin importar la edad de tus alumnos, puedes agregar en tu aula sencillos ejercicios para ayudarlos a regularse en momentos de estrés. Dales estrategias para calmarse en momentos difíciles, mantén tú la cabeza fría y procura tener un rincón en el salón de clases al que puedan acudir cuando se sienten irritados, permite que salgan del aula o que se aislen si necesitan alejarse de sus compañeros un momento. Agregar juguetes sensoriales y probar con asientos flexibles pueden ser algunos elementos que te ayudarán a esto.
Conocer a los alumnos un poco mejor es importante para que identifiques qué les causa estrés. Quizá algunos hayan pasado por situaciones específicas o incluso tengan aversión a una materia en específico, por sencillo que esto sea, tocar algunos temas o empezar algunos ejercicios podría disparar una reacción de estrés en los estudiantes. Por ello la recomendación es conocerlos un poco más, conversa con ellos, obsérvalos y mantente atento a qué pasa antes, durante y después de un episodio de estrés aparente. Esto te dará respuestas para el futuro.
¿Cómo manejas el estrés en el salón de clases? Recuerda que cuidar de ti mismo es tan importante como lo que le das a tus alumnos. ¡Cuidado con la tensión! Comparte con nosotros tus recomendaciones.