Aunque todos tenemos opiniones diferentes respecto a muchos temas, exponerlos y escuchar otras posturas es gratificante, además nos da la oportunidad de aprender, pues no todo se trata de abrazar nuestras opiniones y cerrarnos a ellas. Si eres maestro, escuchar te será útil para comprender a tus alumnos y para transmitirles serenidad, solo así ellos aprenderán a escuchar más que a discutir.
Por qué hay conflictos
Las causas de los conflictos son muy variadas, la incompatibilidad es una de las principales, no sólo en opiniones, también en torno al contexto, necesidades y creencias. La relación que tienes con las personas puede ser también una razón de peso para el conflicto, si estás en competencia con alguien o si tu trabajo depende de alguien más es probable que se genere el conflicto. Si identificas las razones detrás de una pelea te será más fácil solucionarla.
Conocerte a ti mismo
Lo primero es escucharte a ti mismo, aprende a identificar tus emociones y las creencias que te afectan cuando hablas con alguien, si hay temas que te parecen difíciles de tratar o que te generan muchas emociones sabrás que entras en una zona difícil para que puedas actuar de forma racional, en lugar de emocional.
Separar a la gente de las discusiones
Aunque tengas un conflicto de opiniones con alguien o incluso si llegas a tener un problema más complicado, es muy importante que distingas esto de las personas, es posible ser amigo de alguien que no piensa igual que tú y también es posible que hablen de esas cosas sin entrar en conflicto.
Aprende a escuchar
Muchas veces, cuando discutimos con alguien, en lugar de escucharlos, utilizamos el tiempo para pensar en lo siguiente que diremos, por lo tanto dejamos de escuchar lo que nos dicen. Para hablar con alguien y resolver algún conflicto es importante que escuchemos lo que nos dice, ser receptivos y llevar un diálogo reflexivo, solo para estar seguro que lo que entendemos es lo que tratan de decirnos.
Empatía
Finalmente, ante cualquier discusión, malentendido o problema es importante ser empáticos, es decir, tratar de comprender qué siente la otra persona, cuáles son las razones por las que opina como lo hace, sus sentimientos e, incluso, si está incómodo en esa situación. Solo así podremos tener un diálogo provechoso y agradable, aún si no pensamos igual que la otra persona.
¿Tú qué estrategias usas para resolver conflictos? ¿Y en tu salón de clases, cómo ayudas a tus alumnos a resolver conflictos? ¡Cuéntanos!