La lectura es una de las actividades más importantes para los estudiantes de cualquier nivel, pero también es una de las tareas que menos interés despierta en algunos alumnos. Tradicionalmente, quienes tienen un interés particular por la lectura son vistos como personas intelectuales, pero la visión que tenemos de la inteligencia, como una característica o habilidad que ya está dada y que no adquirimos o fortalecemos, limita un poco la forma en que los estudiantes se acercan a esta actividad.
¿Cuáles son las estrategias de fomento a la lectura? Si en tu escuela o en tu aula has puesto en marcha algún plan con este fin seguramente te has dado cuenta de que no es tan fácil como parece. Aquí te damos algunas ideas para que tus alumnos amen la literatura.
En ocasiones hacemos de la lectura una tarea difícil, le hacemos creer a los estudiantes que solo los más inteligentes tienen el gusto por la lectura, mientras les pedimos que lean media hora como una obligación. Les damos literatura que no está en su radar de intereses y les hacemos creer que si no son capaces de leer este tipo de libros no son inteligentes. Además esto afecta sus calificaciones o los atrasa en algunas tareas. Así, se convierte en una tarea muy compleja para ellos, difícil y tediosa. Es importante, para desarrollar el hábito de la lectura, que sea algo placentero, algo interesante y algo que hacen por gusto.
Las expectativas del tipo de libros que queremos que lean los alumnos, a veces, terminan por alejarlos del hábito y el gusto por la literatura. Por ello es importante que tengan a la mano la oportunidad de leer lo que les interesa, el tipo de historias que más les atraen o incluso libros de no ficción que se alinean con sus intereses personales, sus pasatiempos o sus metas para el futuro. No es necesario que lean libros clásicos, que muchas veces resultan lejanos para su contexto, sino que lean lo que les hace sentir conectados con la historia, un vínculo con los personajes o que encienden en ellos la curiosidad.
Otro factor para tener en cuenta es que los recursos con los que a veces cuenta la escuela o los libreros de casa son realmente limitados, las opciones son pocas o no se alinean a sus intereses, por lo que se alejan de esta práctica. Por ello es importante que tanto en la escuela como en casa existan las posibilidades. Si no podemos llenar los estantes de libros nuevos, acércalos a las bibliotecas de la localidad o también puedes poner sobre la mesa recursos digitales, pues existen muchos libros digitales que se encuentran disponibles en línea, así como páginas que recopilan textos muy variados. No se trata de invertir mucho dinero o de exponer las carencias en ciertos contextos, sino de facilitar nuevas opciones.
Es difícil que los alumnos sean lectores voraces en un contexto donde los adultos rara vez lo hacen. Si ellos ven en casa que sus padres o familiares dedican algunos minutos a la lectura de un libro seguramente tendrán curiosidad por entenderlos, será un vínculo con ellos, si en la escuela sus docentes les hablan de sus libros favoritos, de su gusto por la literatura o de algunos ensayos interesantes, probablemente despierte en ellos la curiosidad por abrir los libros. El buen ejemplo será la base del inicio con la relación con los libros.
Otro medio importante del fomento a la lectura es el vínculo que esto puede construir con sus pares, con su familia o con sus maestros. El momento de la lectura puede ser la oportunidad de compartir con ellos, de conocerlos mejor y de compartir intereses comunes, leer un libro antes de dormir es una buena forma de fortalecer el vínculo con los padres, comentar una historia que están leyendo en común unirá a los grupos de amigos o una clase completa. Y animará a los más ajenos a la lectura a buscar este lazo con su familia o con sus pares.
¿Qué te parecen estas ideas para motivar la lectura entre tus alumnos? ¿Qué estrategias has puesto en marcha? ¡Comparte con nosotros tus ideas y experiencias!