Cuando decidiste convertirte en maestro pensaste en todas las cosas maravillosas que ganarías, la sonrisa de tus alumnos y el placer de tener un trabajo que realmente deje una huella, pero nadie te habló de las cosas que perderías. Y aunque sean pequeños detalles, son cosas que aún extrañas.
Horas de sueño
Planear clases, cumplir con las fechas de entrega de todo el papeleo, revisar tareas, exámenes, conocer a los alumnos, hablar con los padres y preocuparse por cada estudiante no es algo que se resuelva fácilmente en las 16 horas de actividad, por eso, bueno, algunos desvelos son necesarios.
La libertad de ir al baño
Suena a chiste, pero es de las cosas que más extrañas y por las que se disfrutan vacaciones y es que dejar a tu grupo solo por más de tres minutos puede no ser la mejor idea, así que planeas de antemano tus actividades diarias o simplemente olvidas por completo la idea de ir al baño en horas de clase. Con calma, solo tienes que organizar a qué hora te toca refrescar la garganta.
Los plumones
O los gises, los lápices, las plumas, los sellos… es que justo esos son los objetos que más se escapan de tu bolsa o de tus manos o de tu escritorio. ¿En dónde quedaron los plumones que compraste a principio de año? Algunos no los usaste más de dos veces. ¿Por qué? ¿Les crecen piernas?
La noción del silencio
Te has acostumbrado totalmente al ruido, a los murmullos, a los movimientos rápidos y a tu alumno que emite su opinión a gritos. Si de casualidad llegas un día a tu casa y las cosas están muy calladas te sorprende tanto que te incomodas. ¿Por qué todos tan callados? Ah no, aquí no hay alumnos.
Sentido de la moda
¿Cómo que los zapatos bajos más cómodos de la zapatería no son el último grito de la moda? No, la verdad es que tu elección de ropa se basa principalmente en la comodidad, en la funcionalidad y un poquito en que te guste el color.
Permiso para enfermarte
¡Y más si es de la garganta! Es que los maestros están hechos de algo distinto al resto de la gente. Por eso en cuanto sientes que tu garganta cosquillea sabes que necesitas hacer algo, porque tan solo de pensar en llegar a tu salón y que tus alumnos no puedan escucharte… no, no es buena idea.
Tu voz normal
Es extraño, pero al convertirte en maestro aparece una voz nueva, una que utilizas en clase para ser firme, sin que suene demasiado estricta. Y esa voz se convierte en tu voz diaria. Lo intentas, pero no puedes cambiarlo. ¡Mi voz!
¿Hay alguna otra cosa que hayas tenido que dejar atrás? ¡Cuéntanos!