La evaluación no se trata solamente de exámenes y calificaciones, la evaluación de hecho es una forma de saber cuál es el avance de nuestros estudiantes y sus dificultades, de esa forma nosotros podemos saber cómo continuar el programa o cómo ayudarlos en los temas que más se les dificultan.
Este tipo de evaluación, un docente la hace todos los días en su salón de clases, al observar a los alumnos, con los ejercicios dentro del aula, cuando los alumnos participan o al calificar sus tareas. Pero en momentos como este, donde la educación se da a distancia, hacer este tipo de apreciación puede ser mucho más complicado, leer a nuestros alumnos o vislumbrar cuál es el avance que han tenido puede parecer prácticamente imposible y sin embargo es muy importante que tratemos de ver esto, ya que así podremos guiar a los estudiantes a lo largo del ciclo escolar.
Debido a las herramientas que estamos usando en este momento, la comunicación puede ser triangulada entre alumnos, padres y docentes, pues muchas veces son ellos quienes manejan los equipos o quienes determinan cuándo es posible conectarse o dar respuesta, por lo que no siempre estaremos seguros de que son nuestros alumnos quienes responden a nuestras preguntas. Por ello es importante hacer espacio para resaltar la importancia de esto. Háblalo directamente con los papás y organiza un momento a la semana o cada quince días en el que puedas realmente comunicarte con tu alumno o alumna.
Si no puedes hacerlo por videoconferencia, trata de usar el teléfono. No tienes que tener largas conversaciones con cada estudiante, puedes preparar algunas preguntas generales con las que te guíes para los siguientes pasos, así no te perderás en una conversación muy larga. También puedes enviar encuestas periódicamente para que las respondan tus alumnos, siempre que pidas a los papás que permitan a los alumnos resolverlas solos.
Si las oportunidades para hablar con tus estudiantes son pocas es muy importante hacer las preguntas correctas. Puedes dividir la información que requerirás en dos partes: la accesibilidad al sistema que manejan y su sensación acerca del aprendizaje. En estas llamadas no vas a poder resolver todo, pero te puedes dar una idea general de cómo mejorar el proceso completo y cómo están tus alumnos al respecto del aprendizaje.
Para el primer aspecto pregunta si saben cómo acceder a sus ejercicios, si han visitado las plataformas que usan o si han tenido problemas para acceder a los recursos que ofrezcas, todo depende de qué tipo de herramientas estés usando, pero pregunta si es que hay material que no han podido descargar, ejercicios que no han sabido resolver o si no han podido entrar o unirse a alguna actividad. Con esto podrás ver cómo optimizar tu sistema.
En el segundo aspecto las preguntas pueden ser más complejas, porque no podrás evaluar todos los aspectos de su aprendizaje. Por ello tendrás que enfocarte más en sus impresiones del curso. Pregúntales si sienten que han aprendido, cuál ha sido su mayor descubrimiento, o en qué materias se sienten menos preparados. No te enfoques en detalles específicos, sino en escuchar cómo se sienten. Esto te servirá de guía.
Si en cambio tienes más tiempo y más recursos para estar en contacto con tus alumnos puedes crear encuestas semanales (con los cuestionarios de Google por ejemplo) en donde le preguntes estas mismas cuestiones a tus estudiantes, recuerda dejar un espacio abierto para que ellos se expresen libremente y, sobre todo, reafirma la seguridad de que estas respuestas no son para evaluarlos ni para castigarlos.
Si las sesiones no pueden ser en vivo, si algunos alumnos no pueden conectarse y solo pueden enviarte ejercicios de vez en cuando o si no sabes si las clases han tenido el efecto deseado en su aprendizaje, puedes verlo reflejado de forma sintética en pequeños códigos. Pídeles que cada vez que resuelvan un ejercicio o que vean un tema nuevo te envíen un semáforo como retro-alimentación. Verde para “me fue muy bien, todo fue muy claro”; Amarillo para “me siento inseguro acerca de este ejercicio o este tema” y Rojo para “no entendí o no logré resolver este ejercicio”. Con un código simple podrás ver cuál es la sensación general al respecto de algo específico y no es necesario programar actividades más complejas.
Este tipo de códigos los puedes poner en práctica también en otros momentos, información relevante que no es difícil hacerla llegar.
Estas estrategias podrían servirte para medir el aprendizaje de tus alumnos. ¿Has puesto en práctica alguna estrategia en estas semanas? ¡Comparte con nosotros tus ideas!