Normalmente los niños participan mucho en clase, constantemente se emocionan y todo es novedoso cuando se trata de dinámicas dentro del aula, sin embargo, conforme crecen y se acercan a la famosa edad de la punzada parece que se fastidian con facilidad, nada les importa. ¿Tienes alumnos mayores que no se sienten muy felices en tu clase? ¿Hay muchas quejas, poca participación y caras serias en tu salón? Entender a los adolescentes o a quienes se acercan a esa edad no es cosa fácil. Recordar un poco de ti mismo a esa edad es una buena estrategia, también podrías aplicar algunos de nuestros tips.
Aunque su edad te haga verlos como niños, ellos ya no se sienten como tal, y se rebelan ante cualquiera que les diga lo contrario. Por lo tanto ya no busques resolver las cosas como lo harías como un niño pequeño ni deseches sus ideas o su forma de pensar solo porque crees que son muy jóvenes. Para ellos es una etapa de transición y la viven al 100%, sus emociones y preocupaciones son reales, no lo olvides.
Un lugar seguro para sentirse un poco niños puede animarlos a participar más, la clave es “un poco”. Ya no responderán a juegos y cantos como lo hacían en primaria, porque eso les parece infantil, pero si encuentras una frase, un juego, un recuerdo de infancia que les parezca divertido los tendrás en tu bolsillo. Prueba con la evolución de juegos infantiles, muchos son competitivos y tratar de ganarle a su compañero los entusiasma, agregar música al salón de clases siempre es eficiente, solo no utilices canciones demasiado infantiles, intenta con éxitos pop para analizar la gramática o películas para hacer preguntas sobre física o matemáticas.
La primera cosa que tus alumnos notan es que (no importa la edad que tengas) ya no eres una persona cool, no estás a la moda, no entiendes sus temas, no estás en el mismo canal. No se trata de acrecentar una crisis de edad, pero es importante que no quieras parecer el chico más agradable, el que está más en onda. Evita usar frases “de moda” o hacer bromas novedosas, sí, acércate a los programas, las canciones y los temas que les interesan, puede ser de mucha ayuda para relacionarte con ellos, solo no quieras demostrar lo mucho que sabes de eso. Déjate ser, ahora eres el adulto, el maestro y puedes ser el maestro cool, pero no serás uno de ellos, aprovecha tu posición.
En esta etapa sienten que deben estar en contra del mundo, algunos están enojados y otros simplemente tienen una chispa de rebeldía en sus manos. ¡Enciéndela! Pero hazlos parte de un equipo: sus compañeros de clase. Ayúdalos a sentir que forman parte de algo más grande que ellos mismos, si avanzan en equipo podrían influir en los más latosos y no al revés. ¿Cómo? La clave es la empatía, si sienten que comparten algo crecerá la complicidad y luego la fraternidad, cuéntales la clase como si les contaras secretos, dales matemáticas como si fuera un código que nadie más puede conocer. ¡Juega con su imaginación y hazlos parte de su proceso de aprendizaje!
Un tormento de la adolescencia es no entender por qué tienen que aprender algo, si su vida diaria exige conocimiento, pero no sobre la mitocondría, ni las raíces cuadradas. Ellos quieren saber sobre sí mismos, sobre las relaciones amorosas, sobre el futuro y, la verdad, es que todas las materias tiene algo que ver, de alguna manera, con esos intereses, no dejes que piensen que tu materia es inservible, tú sabes que no lo es, pero ellos necesitan verlo. Enséñales a ver esa relación, porque las matemáticas, la historia y la literatura nos rodean.
¿A ti como te va con los alumnos cuando dejan la infancia atrás? ¡Cuéntanos un poco sobre ellos!