A pesar de los claros avances que desde el siglo pasado se han dado en torno al tema de equidad, vivimos en una sociedad con muchos obstáculos que se interponen en ese ideal. Sin importar la condición social, ni el género, la escuela debería darnos a todos las mismas oportunidades, algo que pocas veces se logra, pues la desigualdad es profunda y las dificultades muy claras. Sin embargo, está en cada uno de nosotros promover una dinámica que aumente éstas posibilidades.
Si no podemos eliminar las barreras físicas o sociales a las que se enfrentan nuestros estudiantes día a día, ni cambiar sus contextos diarios, sí podemos llevar a cabo pequeñas acciones en nuestro salón de clases que cambien la visión que tienen nuestros alumnos de sí mismos y que tengan un efecto posterior. Aquí te dejamos una lista con pequeñas acciones que podrían hacer la gran diferencia, especialmente en cuestión de género:
1) El primer paso es la reflexión, como docente y miembro de una comunidad educativa es muy importante reconocer cuáles son nuestras posturas al respecto, identificar nuestras propias creencias que fomentan la inequidad y observar nuestro entorno. ¿En la escuela se percibe equidad entre hombres y mujeres? ¿Se vive un ambiente que favorezca el desarrollo más allá del género? Tal vez no esté en nosotros cambiarlo, pero reconocerlo es un gran paso. También debemos preguntarnos si creemos que algunas tareas no deben realizarlas hombres o mujeres, etc.
2) Es importante distinguir “sexo” de “género”: aunque el sexo está determinado por aspectos físicos, el género es una construcción social, determinada por estereotipos y creencias, algo que puede cambiar según el entorno.
3) Evita fomentar pensamientos que conserven los estereotipos, pues pensamientos como “los niños no lloran” o “las niñas son más tranquilas” afectarán en cómo te comportas con tus alumnos; si ellos perciben que tú haces diferencias será una conducta que repetirán, por eso es tan importante tener la mente abierto, ser receptivos y autocríticos.
4) Abre los canales de comunicación con todos tus alumnos en un ambiente seguro: dejar que ellos se expresen libremente te dejará saber qué piensan y fomentará el debate dentro del salón de clases, también resultará en confianza, pues sabrán que pueden decir lo que piensan sin ser censurados, pero que también encontrarán otras visiones.
5) En tus materiales didácticos busca que exista una representación equitativa de hombres y mujeres, a veces los cuentos tradicionales o los materiales más comunes traen consigo historias de princesas frágiles, hombres valientes, mujeres que cocinan y hombres que trabajan. Si es necesario puedes invertir los papeles en la historia, esto permitirá que los pequeños tengan una visión más amplia de lo que podrían hacer en el futuro o de las tareas que pueden realizar.
6) Permite y promueve que hombres y mujeres participen en todo tipo de actividades, si se trata de bailar invita a los varones o si es fútbol pídele a las niñas que jueguen.
7) Actualmente el número de mujeres que se desarrollan en campos de ciencias o ingeniería es considerablemente menor al de los hombres, sería bueno que prestes atención si alguna alumna se destaca para que incentives sus aptitudes, así como su interés. Igualmente, si encuentras niños interesados en las artes o las humanidades, ayúdales a creer en sí mismos.
8) Abre el tema en clase, intenta algunas dinámicas que discutan los estereotipos, los temas de profesiones podrían ser un buen comienzo. ¿Qué les gustaría ser de mayores? ¿Por qué eligen esa profesión? También pedirles que escriban algo sobre sus personajes favoritos o que personas que admiran podría ser un buen primer paso.
Nuestra sociedad presenta muchos retos, aún en la actualidad, pero el cambio está en cada uno de nosotros. Los maestros por su parte tienen la ventaja y la responsabilidad de reunir jóvenes mentes en un mismo espacio, dispuestos a aprender, justo lo que necesitamos hoy en día.