Una de las claves para que el ambiente en el salón de clases ayude a los alumnos a desarrollar todo su potencial está en la educación emocional, para lograr un ambiente en armonía y que permita a todos concentrarse en lo que realmente importa: aprender.
Aunque la educación emocional tiene numerosos aspectos, la empatía es uno de los más importantes. Conducirnos con empatía nos puede ayudar a todos, tanto a alumnos, como padres y docentes a mejorar nuestra comunicación, a construir comunidades sólidas, grupos de trabajo que realmente cooperen para el desarrollo de todos e incluso amistades que pervivan a lo largo de la vida de nuestros estudiantes.
Si bien inspirar empatía en los más pequeños es importante, iniciar por nosotros mismos, como guías del salón es un primer paso esencial. ¿Cómo puede un docente alimentar su propia empatía? ¿Cuáles son las características de un docente empático? Estas y otras respuestas te dejamos a continuación.
Uno de los pasos más importantes es escuchar lo que nuestros estudiantes nos transmiten. Así como buscamos que ellos escuchen activamente durante las clases para aumentar la comprensión y el aprendizaje profundo, nosotros también debemos practicar esta habilidad y poner atención a lo que ellos nos comunican. No asumir que su mensaje es el que nosotros interpretamos, sino esperar a que ellos nos digan qué necesitan y si tenemos dudas, preguntar.
Esto es algo que se dice comúnmente, pero que no siempre es fácil de identificar y trabajar. Lo primero es entender que todos tenemos prejuicios de distinta índole, quizá sabemos que algunos de los más comunes no son parte de nosotros, pero eso no implica que no los tengamos en otras áreas. Aquí lo importante es explorar nuestras creencias con un ojo crítico, pero comprensivo, entender de dónde vienen esas ideas y a quiénes afectan es necesario. Identifica, cuando algo te moleste o asumas algo sobre alguien en específico, piensa por qué ocurre esto.
No solamente se trata de escuchar, a veces nuestros alumnos y otras personas nos transmiten mucha información a través de su lenguaje corporal, de sus creencias, de sus ideas y de sus actitudes ante ciertas acciones. No necesitamos ser grandes psicoanalistas, pero si poner un poco de atención a lo que vemos y quizá hacer algunas preguntas que nos ayuden a comprender mejor a nuestros alumnos.
La primera clave para que seamos más empáticos y podemos inspirar ese mismo sentimiento es ser empáticos con nosotros mismos. Es común que seamos demasiado duros con nosotros mismos, exigir resultados que no siempre podemos cumplir o establecer expectativas demasiado altas, para luego castigarnos duramente si no las alcanzamos. Esto afecta también nuestras relaciones y claro, nuestro estado de ánimo. Es vital que aprendamos a ser amables y comprensivos, no solo con los demás.
¿Cómo manejas la empatía en tu aula? ¿Crees que se trata de algo necesario o qué añadirías tú a estos principios?