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La motivación, el compromiso y que los alumnos realmente se enganchen con la clase puede ser una de las tareas más difíciles para los docentes, pues con frecuencia nos enfrentamos a estudiantes en contextos muy complejos o con mucha apatía, que rompen con el ritmo de la clase, que no demuestran interés en seguir con sus estudios y que muchas veces se convierten en un reto importante.
Pero durante las sesiones, incluso a la distancia, podemos poner en marcha pequeñas estrategias que motiven a los alumnos a interesarse por las clases, a involucrarse en los momentos de participación y a comprometerse con el aprendizaje.
A veces la apatía de los alumnos tiene su raíz en que no comprenden por qué deben aprender ciertas cosas. Para muchos estudiantes, entender por qué necesitan aprender algo no es tan obvio y esto puede traer distracción y poco compromiso en clase, especialmente si están en contextos donde el conocimiento práctico es más importante.
Por ello, para encender la curiosidad de los alumnos es importante hacer las preguntas correctas, así como hacerles ver que este conocimiento no les es ajeno. La mayoría tendrá una base de información previa y nosotros como docentes podemos averiguar y medir cuál es, para, a partir de ella, encaminar su curiosidad. Depende un poco de la materia, pero pregúntales por qué creen que pasan ciertas cosas, por ejemplo, la función de las fórmulas en Física, las consecuencias de un hecho histórico, la función de la gramática. Es importante plantear preguntas que les ayuden a ir un poco más allá de los datos.
El buen trabajo en equipo ayuda a los alumnos a comprometerse con los compañeros, incluso si al inicio de un proyecto no sienten demasiada atracción por el ejercicio. Cuando creamos actividades que puedan realizar entre compañeros se enciende también la imaginación y la creatividad, pues se abre la posibilidad de que los alumnos utilicen habilidades diversas, como la observación, la escritura o hasta el dibujo, así en materias que les cuestan un poco de trabajo tienen la posibilidad de aportar a su trabajo desde otras perspectivas mientras unen lazos con sus compañeros.
Claro que el trabajo en equipo puede ser también estresante, pues con frecuencia se dan dinámicas en las que solo unos cuantos trabajan o simplemente hacen cosas por su cuenta que más tarde juntan. Por eso la estrategia debe incluir metodologías que incentiven la comunicación. Prueba con el Aprendizaje Basado en Proyectos, por ejemplo, que implica un trabajo muy creativo y la posibilidad de usar conocimiento de muchas ramas.
Tanto niños, como adolescentes o incluso adultos somos susceptibles a una buena historia. Llegar a fondo de un misterio o resolver un rompecabezas agregan a tu clase una narrativa inesperada para esos alumnos que van a las últimas filas a cabecear un rato. Rétalos a probar sus habilidades y al presentar los temas abre la puerta al misterio, permite que tu clase no sea solamente un espacio solemne, sino que agregue un poco de diversión. Si agregas el juego con personajes, intrigas o retos podrías lograr que tus alumnos lleguen deseando saber más.
Esto podría funcionar muy bien para materias como historia o biología, en la que podemos seguir la vida de ciertos personajes como si fuera una película o una historia, pero también para matemáticas o lengua, en donde resolver ejercicios se puede volver parte de un misterio o de un rally en el que participen tus estudiantes, agregar un poco de competencia podría ayudar a muchos, pero el agregar la historia, llegar al fondo de un enigma, será la clave perfecta para tu clase.
Descubrir los intereses particulares de cada estudiante, incluir elementos importantes para ellos en las sesiones, escuchar sus preocupaciones, hacerles sentir que creemos en sus habilidades y aumentar su confianza en la escuela son características necesarias de un salón en el que cada uno está comprometido e interesado por sus clases. La sensación de que el docente realmente tiene un interés en ellos como personas y no solamente en el número que obtienen en un examen los llevará a comprometerse con los resultados. Así que date el tiempo de conocerlos, de escucharlos, de entender sus razones y de mostrarles tu parte más humana.
Con estas pequeñas ideas podrías cambiar la motivación de tus estudiantes y agregar compromiso a la clase. ¿Tú qué estrategias has puesto en marcha? ¿Crees que estas ideas podrían ayudarte a atraer a los alumnos más apáticos? ¡Comparte con nosotros tus ideas!