Ah, el fin de semana. El viernes es, por mucho, el mejor día de la semana, porque es el inicio del fin de semana, la oportunidad de ponerte al corriente con todos tus pendientes, disfrutar a tu familia y, claro, dormir sin importar la hora. Aunque nunca es suficiente. Por eso, seguramente, tú también has pasado por estas etapas de felicidad, desengaño y dolor. ¿Te ha pasado?
Finalmente, el tan esperado día llegó. Después de una ardua semana, al despertar ves a futuro el largo fin de semana que te espera. Una pequeña voz te dice que no te emociones tanto, que tienes que calificar tareas, ponerte al corriente en casa y algún evento familiar, pero el viernes decides acallar la voz.
Salir de la escuela, un viernes por la tarde o por la noche es una de las sensaciones más agradables del mundo. Sales agotado, pero más que listo para compartir una noche loca, con tu almohada y tus cobijas. O si la energía te lo permite, tienes planes para esa noche con tus amigos o con tu pareja. ¡Viva el viernes!
No hay nada mejor que despertar un sábado en la mañana, ver el reloj y quedarte, al menos diez minutos más, sin la presión de llegar a la escuela. Tus obligaciones familiares ya piden el desayuno, quizá, pero el sábado puedes volver a cerrar los ojos y darte, por lo menos, unos minutos más.
Y el día transcurre con su propio encanto. Quizá tienes otras actividades, con tus pequeños, con la familia, con pendientes de la casa, pero la felicidad de no ir corriendo a la escuela es inevitable. Este es el día perfecto para ir al cine, para ver películas en casa, para ver a los amigos de hace tiempo, para disfrutar una cerveza, una copa de vino o incluso para romper la dieta. ¡Sábado, no te acabes nunca!
Aunque, mientras ves una película o esperas en la fila del banco te viene a la cabeza uno de tus alumnos. ¿Será que si hará la tarea esta vez? O si andas en busca de inspiración, a todo le ves cara de posible actividad para tus clases.
Despertar en domingo también tiene su ecanto, aunque desde que abres los ojos puedes sentir el peso de los pendientes acumulados sobre ti. ¡No! El lunes está más cerca que nunca y te niegas a salir de tu cama. Aunque al final te obligas porque ya no es cómodo. Desde que te levantas recorres tu lista de tareas atrasadas y quizá ves de reojo esa montaña de exámenes o tareas por calificar. No, no quieres, te niegas.
Después de un día de cumplir algunos pendientes, hacer limpieza, lavar ropa, hacer tareas, cumplir con tus pendientes. La verdad estás más cansado que al iniciar el fin de semana. ¿Por qué te pasan esas cosas? Al final sueles seguir con los pendientes del trabajo o de plano dejarlos para la próxima semana, el lunes comienzas de nuevo.
Siempre tratas de dormir temprano el domingo, pero posiblemente acabas durmiendo tarde por tratar de acabar los pendientes o porque de pronto los rostros de tus alumnos desfilan tras tus párpados. Y un montón de ideas, soluciones y pláticas que piensas en aplicar al inicio de esta semana.
No importa cuantos fines de semana vivas, siempre te pasa lo mismo. ¡Comparte con nosotros un poco de ese fin de semana!