Es común hacer la distinción entre “ir a la escuela” y “tener educación”, donde éste último se refiere a tener una serie de comportamientos empáticos y responsables con nuestros entorno y los que nos rodean, como saludar al llegar a un lugar, pedir las cosas por favor y agradecer, mantener nuestros espacios limpios y ordenados, etc.
Sin embargo, en muchas ocasiones los alumnos llegan a la escuela con conductas negativas y totalmente opuestas, a veces muy notorias, y otras, más difíciles de detectar y resolver. Ya sea porque buscas corregirlas, o porque quieres enseñarles nuevos hábitos, aquí te compartimos algunas recomendaciones.
En general, los malos hábitos provienen desde el hogar, por lo que el punto de partida es hablar con los padres para esclarecer la situación. En ocasiones, ni ellos mismos son conscientes de la existencia de estos problemas, por lo que no sólo los alertarás al respecto, si no que podrán trabajar en conjunto para solucionarlo desde casa.
Premiar la buena conducta es una manera de reforzarla, y no siempre tiene que ser algo material: puede ser algún beneficio menor, un punto adicional en alguna materia o incluso con una mera felicitación pública puedes conseguir tu objetivo. Eso sí, si les prometes algo, procura cumplir siempre.
Similar al punto anterior, busca situaciones de la vida común en que estos nuevos hábitos son muy útiles: “si llegas temprano al cine, escoges lugar”, “si hablas educadamente, tus padres te darán permisos”, “si cuidas tu higiene, te sentirás mejor”, etc.
Un adagio tan viejo como cierto: no puedes exigir algo a tus alumnos si no lo haces tú primero. Si quieres que sean puntuales, sé puntual; si quieres que tiren su basura, tira la tuya; y si pides orden y respeto, trátalos de la misma manera. Si a esto logras sumar a sus padres y otros maestros, será más fácil volverlo algo normal para ellos.
¿Qué nuevos hábitos les has enseñado a tus alumnos? ¿Cómo lo has hecho?